El Perfil

Antonio Maíllo, la austeridad está en los calcetines

Antonio Maíllo, nuevo coordinador general de IU

Antonio Maíllo, nuevo coordinador general de IU

Fue representante del consejo de alumnos en su etapa de estudiante de Filología Clásica en la Universidad de Sevilla, donde perfeccionó las declinaciones latinas, las griegas y dicen que otras relacionadas con la política. Por su condición de delegado, su clase participaba en todas las huelgas, incluidas muchas veces las convocadas en las enseñanzas medias. Algún alumno hubo que le hizo saber en público el precioso tiempo que se estaba perdiendo con tanto parón.

Se parecía a Susana Díaz, su rival socialista en las urnas en las autonómicas de 2015, en la movilización de los compañeros de clase con el correspondiente efecto traducido en la pérdida de días lectivos. Aquella alumna de Derecho dirigía a la masa para que, si un festivo se celebraba en jueves, nadie fuera a clase el viernes: ingeniería de puentes se llama. Unos dicen Antonio hacía ya sus pinitos como político en aquellas aulas de la vieja Fábrica de Tabacos , otros aseguran que la clave fue su etapa como profesor y concejal en Sanlúcar de Barrameda, donde contactó con muchos campesinos comunistas que dispararon su conciencia social. 

Antonio  Maíllo  (Lucena, 1966), el nuevo coordinador general de Izquierda Unida, es "cortés, educado y correcto", según antiguos compañeros de clase, que recuerdan que sus calificaciones no pasaban de discretas, pese a que algunos le atribuyen una "apabullante" cultura clásica, y que estuvo a punto de hacer la tesis doctoral sobre Arias Montano en la Universidad de Cádiz, pero es sabido que la política no admite compañeros de viaje.

Maíllo  es un gran aficionado al cocido, sobre todo a esos platos que en Córdoba se conocen como guisos de olla lenta. Lector asiduo incluso en campaña electoral. En una se leyó El Impostor, de Javier Cercas. También se prodiga con algún Nobel. En gustos musicales está considerado un ecléctico con preferencia por el bel canto de María Callas y toda la obra de Mozart. Su pasión por la cultura clásica la sigue cultivando con visitas a Mérida, sobre todo  para representaciones en el Teatro Romano. Dicen que en los viajes y en su vida cotidiana siempre busca restaurantes con menú, fiel a su carácter austero, aunque en ningún caso es cutre. Quienes lo aprecian aseguran que mantiene las amistades anteriores a la política, con las que puede conversar dejando al margen los temas de actualidad. 

No le importa que le llamen comunista, trabaja el sector hostelero de la Alameda de Hércules y a veces hasta los bares pijos del Paseo de Colón, unos lares por los que suele ser guiado por un vecino de la zona: su amigo el cura Chamizo, ex Defensor del Pueblo Andaluz, el renglón torcido de Dios.

Una prueba de la austeridad que predican de Maíllo  es que un dependiente indiscreto de unos conocidos grandes almacenes lo refirió en una ocasión para estimular el consumo ante unos clientes: "Llévense este pack de tres pares de calcetines que están a muy buen precio, se los acaba de llevar Antonio  Maíllo, ese señor de Izquierda Unida. Los tienen de varios colores". En la barra del bar es más de fermentados que de destilados. Con los dulces no debe pasarse por prescripción facultativa. Y a la hora del ejercicio físico aprovecha su condición de vecino del Casco Antiguo para correr junto al río. 

No es cateto del centro en absoluto, sobre todo porque tiene que acudir periódicamente a la sede regional de IU, que está en Sevilla Este, en una calle dedicada a los Donantes de Sangre. Hay quienes aseguran que Maíllo  es muy simpático, pero también quienes recuerdan haber sufrido una fría sequedad en grado extremo. Como es lógico, cada cual habla de Maíllo  según le haya ido con él la feria. A él lo que le preocupaba en su etapa de diputado andaluz es que Canal Sur no difundiera su "lado malo" en las imágenes de los informativos. Debe ser algo parecido a Julio Iglesias, que evita que el tiro de cámara se cebe con el perfil donde mengua el cuero cabelludo.

Los veranos son para el Norte de Portugal. Los fines de semana para Aracena, donde también ha ejercido de docente. En tiempos nunca ocultó su ilusión por ser el primer presidente gay de la Junta de Andalucía.  Y dicen que siempre ha denunciado que hay muchos políticos que no se atreven a reconocer su homosexualidad, "sobre todo los de derechas".