Toros

¡Qué regusto de tarde importante!

  • El becerrista Juan Ramón Jiménez, que cortó cuatro orejas y un rabo, y David de Miranda, con un total de tres, salieron ayer a hombros en Ayamonte donde se lidió un buen encierro de Manuel Ángel Millares

Ganadería: Se lidiaron seis erales con el hierro de Manuel Ángel Millares de excelente presentación y juego variado, destacando por encima de todos el lidiado en tercer lugar, al que se le dio la vuelta al ruedo. Primero y sexto mantuvieron un notable juego, al igual que el cuarto con mucha clase pero poca fuerza. El mas deslucido el quinto, que terminó rajado al igual que el segundo. TOREROS: Juan Solís 'El Manriqueño', de morado y oro. Saludos tras dos avisos. En el cuarto, saludos tras dos avisos; David de Miranda, de verde y azabache con remates en oro. Oreja tras aviso. En el quinto, dos orejas; Juan Ramón Jiménez, de verde mar y oro. Dos orejas. En el sexto, Dos orejas. Incidencias. Media entrada larga de público. Al final del festejo, un jurado designó como triunfador del trofeo Usisa al onubense Juan Ramón Jiménez, quedando en segundo y tercer lugar respectivamente David de Miranda y El Manriqueño. A hombros salieron por la Puerta Grande, Jiménez y Miranda.

¡Qué verdad que la espada es la suerte suprema del toreo! La que certifica o califica la brillantez de cuanto el torero ha hecho sobre el ruedo. Esa espada de Juan Ramón Jiménez, la rotunda espada de un chaval muy novel pero que coloca el estoque como un consumado estoqueador, apuntaló con rotundidad ese buen toreo que ayer practicó el becerrista onubense frente a los dos toros de su lote. El mejor sin duda del festejo, pero con el que el onubense marcó la linea que separa la brillantez de buenas faenas con la maciza realidad de matar los toros por arriba y tumbarlos sin puntilla.

Buen festejo echamos ayer en Ayamonte. Bueno sin paliativos. Una parte la puso un encierro con presencia y trapío del ganadero Manuel Ángel Millares, que añade importancia a lo que ayer también hicieron los toreros sobre el albero. Nobleza además a la que en algún momento faltó raza como al segundo y quinto, tuvo emoción y clase como esos primero, tercero y sexto y mucha bondad con poca fuerza como el cuarto, donde El Manriqueño, que por ahora no sabe matar, cuajó una de las mas inteligentes faenas de la bonita tarde ayamontina. Es difícil encontrarse esa sensatez en un novel con poco recorrido y oficio, pero le echó carácter, aguantó primero al público, pidiendo paciencia y forjó bajo la bandera del temple una faena donde las lanzas se volvieron cañas cuando el novillo, el mas flojo del encierro jamás volvió a besar el albero.

En su primero, después de torear y buscar con acierto terrenos y ligazón, cuajando la excelente embestida del novillo, repitió el lamentable episodio de los aceros. Por ahora no sabe matar.

David de Miranda también demostró como se va derecho tras las espada. De mérito, sin duda porque ademas ayer volvió a demostrar que esa verdad con la que se queda quieto no es algo forzado sino natural . Algo que pertenece a esa personalidad que el triguereño imprime a su toreo de quietud y pasmosa facilidad para ganarse al tendido. Dos faenas de similar corte, de pasar por encima de cualquier circunstancia adversa de su oponente, de luchar con el lote más deslucido de la tarde y cortarle las orejas dejan también sitio para enjaretarle muletazos de mucha categoría a sus dos novillos sobre todo en esa faena al primero de su lote donde cuajó lo más completo de esa buena tarde con la que el de Trigueros cuajó a mansito segundo, por ambos pitones. Con el quinto, que brindó al ganadero del festejo, volvió a estar valiente hasta que el novillo le propinó una fuerte voltereta. Derecho como una vela se fue tras la espada para dejar enterrado el estoque.

Jiménez dejó en el sexto, junto al brindis a su madre, la sensación de una importante faena a la que quizás faltó algo de reposo pero que rebosa de sinceridad y verticalidad, esa que le otorga a cualquier faena el marchamo de brillante.

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