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Duro test para el 4-4-2

  • Marcelino afronta el sábado la primera gran prueba de fuego para su sistema táctico en un escenario, El Madrigal, poco propicio para el Sevilla · Tras la marcha de Cazorla, Garrido acentúa el juego interior.

Insiste una y otra vez Marcelino García Toral en que su dibujo básico será el 4-4-2. Ni las sugerencias del entorno más cercano, incluida la cúpula del Sevilla en el regreso de Hannover, han hecho variar la confianza del entrenador asturiano en este esquema de juego, que desde distintos sectores empieza a verse como demasiado arriesgado y poco práctico respecto del potencial y las cualidades de la plantilla sevillista. Con solidaridad, líneas juntas y presión en las bandas seguro que será equilibrado y eficaz, replica impertérrito Marcelino ante quienes se atreven a poner en duda su filosofía. Pues bien, al entrenador sevillista le llega este sábado la primera gran prueba de fuego para demostrar que sí, que con esas premisas solidarias sí es posible sacarle partido al 4-4-2. Sobre esa base quiere competir para convertir a su equipo en el campeón de la otra liga y llega la primera cita con un rival directo.

El Sevilla juega en El Madrigal, un escenario poco propicio en los últimos años, en los que ha habido varias derrotas, como las del curso pasado: 1-0 en Liga y 3-2 en Copa, resultado éste que sirvió para, tras un gran partido de vuelta, meter al equipo en semifinales. La victoria en Villarreal, en cambio, está mucho más cara. Desde que el equipo amarillo está en la élite, hace seis o siete temporadas, el Sevilla sólo ha ganado allí en una ocasión. Lo consiguió el equipo de Jiménez el 3 de mayo de 2009 por 0-2, gracias a los goles de Luis Fabiano y Kanoute y pese a la expulsión de Konko. Curiosamente, en aquella ocasión también había un debate abierto sobre el sistema y sobre la idoneidad de jugar ante un rival que presume de tantísimo juego interior con un esquema de extremos abiertos y dos delanteros de envergadura como Kanoute y Luis Fabiano. Con sufrimiento, el Sevilla ganó, y eso es lo que espera repetir Marcelino el sábado.

No está claro que Kanoute sea titular después de haber superado la pequeña dolencia de rodilla que le impidió jugar ante el Málaga. Manu del Moral o incluso Rakitic, una vez dejado atrás su largo proceso de rehabilitación, son aspirantes a ese puesto de segundo punta que debe acompañar a Negredo, compartiendo las tareas de enganche con Trochowski. Pero tampoco está descartado que el franco-malí, en quien el asturiano tiene depositada una confianza ilimitada, repita en el dúo atacante como hizo en el duelo contra el Hannover 96.

Frente a este esquema abierto en el que sufre bastante el sistema defensivo, y que demasiado fácilmente pone en la picota de las críticas a los defensas sevillistas, Juan Carlos Garrido dispondrá un once que, sin Cazorla ya, incluso abusa todavía más del juego interior. El Villarreal llega a la cita con el orgullo herido tras ser vapuleado en el Camp Nou, donde por delante de una defensa de cuatro Garrido ubicó a cuatro mediocampistas, Marchena, Bruno, Borja Valero y Cani, con Rossi y Nilmar como móviles referencias arriba. Los extremos, vacíos. Sólo cuando sale Camuñas, éste suele partir de la banda izquierda. Se trata de un 4-4-2 también, pero muy distinto en su concepción de juego, de mucha más posesión y toque.

Frente a los que abogan por poblar más la medular bajo un 4-3-3 con un único nueve, Marcelino defiende la profundidad y la verticalidad que puede dar su esquema si hay rapidez, presión coordinada y robo anticipado, con Kanoute o sin Kanoute, que será la gran incógnita hasta el día del partido. No obstante, él mismo ha dejado caer que, frente a determinados rivales y en ciertos escenarios, puede matizar su idea y situar en el enganche a otro medio. El Madrigal, desde luego, parece uno de esos escenarios, ¿o no?

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