Semana Santa

San José Artesano arropa a su Trinidad

  • El Cristo de Las Tres Caídas marcha con solemnidad marcando el paso del largo recorrido

La salida del Cristo de las Tres Caídas de la parroquia Santísima Trinidad de San José Artesano, ante cientos de personas.

La salida del Cristo de las Tres Caídas de la parroquia Santísima Trinidad de San José Artesano, ante cientos de personas. / reportaje gráfico: erasmo fenoy

La pasión que despierta está en sus corazones, el de las costaleras que marcan el paso de la devoción en cada latido que despierta María Santísima de la Trinidad. La barriada de San José Artesano se engalanó ayer al paso del Cristo de las Tres Caídas y su venerada Trinidad. La emoción dejó brotar pétalos de los balcones para arropar a la hermandad flanqueada por cientos de vecinos del barrio.

La Marcha Real rompió el silencio cuando el Cristo de las Tres Caídas se abrió paso en la plaza de la parroquia Santísima Trinidad con una maniobra trabajaba con los costalero de rodillas atravesando la puerta. La banda de cornetas y tambores de Nuestra Señora del Rosario de Motril vistió la marcha bajo el sol que les impregnaba. Las ventanas de los pisos aledaños y cada recoveco entre las calles arropó el desfile procesional, que tomó la avenida Luxemburgo y España para encaminar sus pasos hasta el centro de la ciudad por Capitán Ontañón. El misterio tomó la calle a las 18:12 pero su recogida no estaba prevista hasta rozar las 2:00, ya en plena madrugada.

Unas cuarenta costaleras sostenían la imagen de las Tres Caídas, siendo un total de 70 los que acompañaban el desfile. La imagen de la Trinidad al ritmo de la pasión la portaban 35 costaleras, de las 60 que forman la cuadrilla para alternarse en la larga procesión desde San José Artesano hasta el centro.

La imagen de Trinidad es un emblema del barrio, la gran atracción y principal causa de fervor popular. La banda de música Virgen de la Palma desfiló tras sus pasos por las calles. "No hay que tenerle miedo, todas por igual", decía el capataz de la Virgen para inyectar fuerza a las costaleras antes de sacar el paso a la calle, una maniobra igualmente complicada tanto de salida como de entrada.

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