La Sagrada Mortaja

La Piedad tiene que arropar a su hijo dentro de la casa hermandad

  • Después de rezar un Vía Crucis, los hermanos abren las puertas al público

Tras el rezo del Vía Crucis, se abrieron las puertas de par en par en la calle Teniente Miranda. La casa hermandad de la Venerable, Humilde y Fervorosa Hermandad y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Caridad en el Misterio de su Sagrada Mortaja, María Santísima de la Piedad, San Bernardo y Santa Ángela de la Cruz acogió en la noche del Viernes Santo el encuentro silencioso e íntimo con los devotos.

En la calle caían gotas, a veces intensas y obligaba abrir los paraguas. Esta cofradía ya había decidido no salir a la calle. Su único paso, de grandes dimensiones, no tenía posible refugio en ninguna parroquia en caso de que la lluvia obligara a la procesión a ser interrumpida.

Su hermano mayor, Manuel Sanz Delgado, confiaba en que dentro de 365 días la suerte les deparara la posibilidad de salir de nuevo a la calle. "Estás todo el año trabajando para que legue este momento", decía antes de reconocer que se había emocionado al tener que anunciar que no salían para hacer estación de penitencia. "La decisión no era difícil de tomar este año, pues las previsiones apuntaban entre un 50 y un 40% de probabilidades de lluvia".

Dentro de la casa hermandad, se hizo un Vía Crucis. Tal y como recogen sus estatutos en caso de no salir la procesión también se puede rezar una oración. En este sentido, el hermano mayor quiso agradecer el "comportamiento de todos los hermanos que han participado. Ha sido ejemplar y no se ha escuchado ni una voz". Después se abrieron las puertas para que los ciudadanos pudieran ver al Cristo. Mientras sonaba la música de réquiem. En esta ocasión y por primera vez salían los 18 acólitos con ciriales.

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