Un cielo despejado le abrió ayer el camino al Cristo de la Buena Muerte ante un plaza Juan de Lima cargada de fervor, olor a incienso y calma. Un año después de un itinerario rápido y temido por la lluvia, el paso se reencontró con tranquilidad, con el manto de una suave brisa tibia y un sol que le sonreía. Marcaba el reloj las 20:24 horas cuando el misterio logró descubrirse ante los presentes.

La salida del Cristo era la más esperada, la espectacularidad y la fortaleza que tenían que mostrar los cargadores marcó los silencios. El consuelo de un titubeo que imprimía ritmo a su vez a la salida del templo, con el cuidado con el que guiaba el capataz a sus cargadores. La Cruz, como cada año, desfilaba con cuidado para evitar el roce con los márgenes de la puerta. A las 20:25 horas se produjo, ya en la plaza, la primera levantá ante los devotos.

Con el balanceo tímido iban los cargadores encarando la calle Tarifa de la mano de la Capilla Musical Orfeo de Algeciras, guiados a su vez por los nazarenos de riguroso negro.

Pasadas las ocho y media fue Nuestra Señora del Mayor Dolor y San Juan Evangelista la que apareció en la abarrotada plaza. Con más rapidez y facilidad se hizo presente, durante varios minutos se mantuvo inquieta ante la mirada de los fieles. Marcada el reloj las 20:42 horas cuando la capilla de la Caridad cerró sus puertas y tres minutos después con el repique de la campana, por tres veces, se alzó al cielo con la primera levantá ante la ciudadanía. La banda de música Amando Herrero de Algeciras desfiló junto al palio.

Gran expectación rodeó a la procesión, especialmente en los puntos de interés como la subida de la calle Cristóbal Colón o la bajada de Juan Morrison. La carrera oficial estaba previsto que tuviera lugar sobre las diez de la noche y la recogida de las imágenes ya pasadas las doce, en el marco de la madrugada.