La chicotá

Algeciras, Semana Santa

El tiempo fue robándole hojas al calendario y llegó, llegó el día. Ya es Domingo de Ramos, se abren las puertas de una semana con días impregnados de esencia, esencia de tradición, fe y devoción. Algeciras, Semana Santa, la semana con días de algarabía, ilusión, brillos y sueños de cofradía, del centro a los barrios y de los barrios al centro. No es para menos pues son siglos de historia, de cofradías antiguas que sembraron el germen de lo que hoy somos. Cofradías de antaño que han visto nacer nuevas cofradías, nuevos auges y renovadas devociones de un ciudad que reivindica estos días sus más hondas tradiciones. Valoremos pues, estamos obligados a ello, el enorme esfuerzo de muchos cofrades algecireños que paso a paso y granito a granito, callados pero incesantes en su ilusión convierten la utopía en devoción. El sueño en realidad.

Escuchad y estad atentos, es Domingo de Ramos, comienza ese sueño. La ciudad exultante, con un ambiente singular, pues es el momento de orar. Desde Salesianos, donde Jesús del Amor entra triunfante, a la Cuesta del Rayo, donde ese mismo Jesús viene orante. Tarde-noche de Alegría por Montereros y de un Buen Fin, quien por el María Cristina busca aquel huerto de Getsemaní. Estad atentos, admiremos los detalles de un Lunes Santo impregnado de identidad propia, Columna y Lágrimas, Santuario de Europa, nazarenos de blanco y rojo que serpentean por las calles más históricas del pueblo. Olores, sensaciones de cofradía exquisita e imparable.

Martes Santo es el día, fiesta local divina, jornada grande, el viejo barrio alto, antigua Matagorda hoy San Isidro y el Señor. Señor de Algeciras, con su mirada, la que cautiva cada paso a un pueblo callado, que en multitud camina detrás de un Dios que en San Isidro es humano. Tras Él, la Esperanza, Esperanza de muchos, quienes la esperan revirar la esquina y pasear por Gloria, la calle donde cuando la Esperanza pasa ya no se cabe.

El sueño llega al ecuador, Miércoles Santo histórico donde el clasicismo de la Caridad se entremezcla con los nuevos aires cofrades provenientes extramuros de la Ciudad. Las Colinas protagonista, alza la voz y nos presenta a su Ecce homo, esfuerzo y tesón, creyentes y soñadores de un barrio que quiere ser fervor. Miércoles Santo fusión de ayer y hoy, donde la Caridad hará el resto. Buena Muerte, Mayor Dolor, silencio y emoción, pues las calles de ese barrio verán con ilusión cómo se llenan de ambiente cada rincón.

El Jueves Santo vuelve a ser unión, de puro barrio sentido y lejano asomado a la Bahía. Pues cae tres veces Jesús, retomando su cruz para así alcanzar al corazón. Y veremos llegar a la Trinidad que es la Madre de todos. Lección de lucha la del Jueves Santo, de esos "locos cofrades" demostrando cada año que el sueño es realizable. Y sigue el sueño. El Jueves Santo siempre fue morado lirio de fe y capirotes largos, el Jueves Santo está donde la luz se puede alcanzar con las manos. Nazareno, Amargura y Fe, decano del Jueves Santo.

Eterno el pueblo espera el parto que cada año da sus frutos en primavera, pues sale Ella, la Amargura para que su misericordia pueda derramarse a cada paso.

Llega así el Viernes Santo, que es otra tarde de barrio, Misericordia a manos llenas, que convierten en llanto la noche cofradiera. Ruán y esparto, alfombra de fe que ve pasar al Señor amortajado, ejemplo del auge de una Semana Santa que espera con ilusión la urna del Viernes Santo.

La muy antigua, la madre y maestra portará de nuevo al yacente en un joyero de cristal recuperado, que vendrá a mostrar el respeto al Señor en su Santo Entierro. Y con la Soledad de María, queda el vacío, vacío que llenará el Resucitado. Pues el Señor vuelve a la vida y resucita en Salesianos.

¡Despierten! He aquí el sueño, sueño que se vive despierto por el Parque, Plaza Alta o Monterero. El sueño es nuestro, nosotros lo hacemos. ¡Soñemos! Feliz Domingo de Ramos.

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