Diario de Pasión

Una restauración que brilló con luz propia bajo el sol

  • La intervención sobre las imágenes las hizo lucir como nuevas ante Jerez

Los naranjos en flor, chorreando azahar, a los pies del Humilladero y el murmullo del público aguardando el inicio de todo, presagian una tarde de sensaciones, plagada de capirotes negros, en la plaza de Las Angustias. Se abre la puerta y empieza a dar testimonio de fe el cortejo de nazarenos que vuelve a crecer por donde más le gusta a la Virgen: el pavero. Unos ochenta niños y niñas, siguiendo la estela de sus padres y la llamada de la Señora de Las Angustias, se suman a una tradición que mantendrán ellos por los siglos de los siglos. La delegada de Juventud, Amalia Campos, tiene mucho que ver en esta labor porque ha sido capaz de ilusionarlos durante todo un año y responder a todas sus inquietudes sobre la Semana Santa. El principal estreno que la hermandad de los Siete Cuchillos ha sido la restauración de la imagen de la Virgen y el Señor, que de manera magistral ha llevado a cabo Francisco Bazán y su equipo. Además, las coronillas de las tulipas, obra de Ildefonso Oñate, y el plateado de varias insignias, han sido también novedades. Suena el martillo y es Quino Bernal, hombre que ha pertenecido al equipo de Martín Gómez, quien advierte a los suyos que la Virgen ya acaricia la lánguida luz de la tarde y muestra su rostro a los que no se quieren perderse un Domingo de Ramos junto a Ella. Estéticamente, la cofradía ha introducido otras modificaciones como el color tiniebla de sus cirios, volviendo así a sus orígenes, o el monte de iris morado sobre el que lleva la Madre en brazos a su Hijo, tras entregar su vida y derramar su sangre por nosotros. La mano dulce y elegante de Óscar Torres está presente en la bella estampa, de riguroso luto, de Las Angustias. El director espiritual, el mercedario Ismael Maroto, ha abierto los corazones de los hermanos para brindarle a la Virgen una estación de penitencia más. Asimismo, y de forma excepcional, el párroco de la iglesia del Perpetuo Socorro, el redentorista Enrique Gómez-Blanco, predicador del septenario, ha acompañado a la hermandad por las calles de Jerez. Ambos, no pudieron resistirse a la serena mirada de la Madre y cautivados por Ella se sumaron a la larga nómina de cofrades de Las Angustias. La trasera del paso se pierde ya por calle Higueras mientras por Medina, las jóvenes voces de la Escolanía van anunciando la llegada de la cofradía.

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