En el ámbito de la ciencia médica, los avances científicos son una constante. La innovación médica permite actuar cada vez con mayor eficacia ante las enfermedades y uno de los efectos que esto produce se refiere a la sostenibilidad de la sanidad por el enorme precio que tienen muchas de estas innovaciones. De hecho, en muchos foros de debate, la sostenibilidad de la sanidad se pone en duda en base al precio de las innovaciones.

Este es un debate de enorme importancia.

Es conveniente señalar que lo más relevante en este debate sobre sostenibilidad no es tanto que las nuevas terapias o tecnologías sanitarias tengan un precio que no se pueda pagar por ser muy alto, como que el precio sea injusto y excesivo.

En un mundo globalizado como el que vivimos con muchos países con sistemas sanitarios de amplia cobertura, cualquier precio que se considere alto tiene muchas posibilidades de ser un precio injusto y excesivo. No es razonable pensar que las nuevas terapias puedan poner en riesgo la sostenibilidad de los sistemas sanitarios sin hacer nada para evitarlo.

Si a esto unimos la injusticia de que otros muchos países pobres no tengan sistemas sanitarios de calidad que permitan el acceso de las innovaciones médicas a las personas que lo necesiten, nos enfrentamos a un asunto de enorme envergadura.

Por estas razones, conviene hacer una llamada de atención tanto a las autoridades sanitarias cómo a la industria de tecnologías y de medicamentos porque se debe aprovechar los aspectos más positivos de la globalización (por supuesto que hay aspectos muy negativos), para ampliar las posibilidades de acceso a nivel mundial de aquellas innovaciones que supongan avance en la salud y hacerlo con un precio justo y razonable. Justo para la sociedad y razonable para las empresas.

Es un reto nada fácil pero al que no se debe dejar de aspirar; y es un reto que para que sea factible requiere exigencia de transparencia a las compañías por un lado, y exigencia de llevar a cabo una planificación concertada en ámbitos supranacionales, por otro lado.

En cualquier caso, la fortaleza de las instituciones es un requisito para que estas exigencias se puedan hacer. Una fortaleza que es más factible si se abren a la participación social y a la transparencia los procesos de toma de decisiones sobre la autorización de las innovaciones, la incorporación a la cartera de servicios y la decisión de precio.

Junto a ello, fortalecer los procedimientos de evaluación previa a la autorización y la evaluación posterior de resultados, también es un requisito para ganar el desafío.

Todo lo que que no vaya en esta dirección, hará más difícil la sostenibilidad de sistemas sanitarios de calidad y equitativos. Y será un retroceso para el conjunto de la sociedad. Por eso, conviene debatir y actuar cuanto antes porque ya se están viendo los riesgos de precios excesivos e injustos en el horizonte.

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