Tribuna

Dr. Rafael Cobos Romana

Inflamación

Los antiinflamatorios son muy útiles pero deben manejarse de manera controlada

El término inflamación proviene del latín, hace referencia a las llamas o al carácter incendiario de las zonas inflamadas. En medicina, se le añade el sufijo "itis" a las zonas o tejidos inflamados.

Es una reacción de nuestro sistema de defensa o inmunitario, ante una agresión. Esta agresión, puede ser externa, como en el caso de contusiones, golpes, heridas o infecciones por bacterias o virus, o puede ser de origen interno, como en el caso de tumores, infecciones de órganos internos, o en algunos casos como respuesta exagerada ante elementos que penetran en nuestro interior, como las alergias, o una respuesta ante nuestros propios tejidos, en este caso hablamos de inflamación autoinmune.

Como procesos inflamatorios, también debemos encuadrar, los efectos de la cirugía sobre las incisiones realizados en el quirófano.

Aulo Cornelio Celso, médico romano, fue quien definió por primera vez los signos cardinales de la inflamación, que inicialmente fueron cuatro, por eso se les dominó tétrada de Celso: Calor (aumento de temperatura de la región inflamada), rubor (color rojo), tumor (aumento del tamaño de la zona inflamada) y dolor. Mas adelante otro eminente médico, Virchow, añade un quinto signo; la perdida o disminución de la función.

Cuando la inflamación afecta a estructuras articulares, se produce de forma muy clara la aparición de estos cinco signos. La artritis, ya sea autoinmune, como es la artritis reumatoide, ya sea por un traumatismo, siempre cursará con dolor y disminución de la función de la articulación, allí donde esté (ya sea la rodilla, el codo o las vertebras). En muchos casos tras el proceso agudo inflamatorio, se produce la reparación de los tejidos y no hay más síntomas, otras veces el proceso se cronifica y se transforma en una enfermedad.

En la inflamación, ocurren cambios bioquímicos, que se suceden como una cascada, y que son los responsables de los signos descritos mas arriba.

Para combatir esos fenómenos bioquímicos, recurrimos a agentes físicos, como el frío, los fármacos antiinflamatorios e incluso fármacos biológicos que atenúan la inmunidad, así como antibióticos en las inflamaciones causadas por infecciones por bacterias.

Los fármacos antiinflamatorios son muy útiles, pero deben manejarse siempre de manera controlada y limitada en el tiempo, ya que su uso prolongado es capaz de producir problemas serios de salud, como ulcera gástrica, sangrados o hipertensión arterial.

La inflamación, por lo tanto en principio, es una respuesta biológica, que advierte de un peligro potencial y debe ser estudiada de manera rigurosa por el médico, quien decidirá el tratamiento más adecuado.

>Rafael Cobos es miembro es jefe del Servicio de Anestesia-Reanimación y Tratamiento del Dolor del Hospital Puerta del Mar de Cádiz

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