rincones con encanto

Vía Dolorosa para la Amargura

  • Conde de Torrejón. El exclusivo hotel One Shot Palacio, construido en el viejo palacio del número 9 es la estrella del caserío de esta calle en el meollo del barrio de la Feria

Se quebrará la paz de Conde de Torrejón cuando esta tarde pase por ella el cortejo de la Amargura.

Se quebrará la paz de Conde de Torrejón cuando esta tarde pase por ella el cortejo de la Amargura.

Volvemos beber de la caudalosa fuente que es la urdimbre urbana de esta Jerusalén por siete días que es Sevilla desde que esta tarde baje la Borriquita por la rampa. Son cerca de cincuenta los rincones con encanto por donde hemos ido transitando en estos años y hoy abrimos el curso por una de las arterias principales del barrio de la Feria, la calle Conde Torrejón, que llega desde la Europa y Correduría a la mismísima calle que le da nombre al barrio.

Esta vía figura por vez primera en plano bajo el nombre de Marqués, simplemente Marqués, debido a que en el número 9 estaba situado una casa solariega que hoy es el hotel One Shot Palacio. Queda constancia que primitivamente perteneció al mayorazgo que fundó Juan Torres y Ponce de León, posteriormente pasó a diferentes propietarios, como los marqueses de Valencina y los condes de Torrejón.

En 1705 pasó a llamarse Ancha del Marqués de Valderrama para ya en 1755 adoptar el nombre actual de Conde Torrejón. Fue en reconocimiento a don Álvaro de Pantoja y Portocarrero, asistente que fue de la ciudad entre 1704 y 1709 y que había vivido en la susodicha casa palacio. Siguiendo con el discurrir de dicha calle en el nomenclátor urbano, en 1845 se le quita el título nobiliario y se queda en Torrejón a secas. Así estará hasta principios de 1934 en que recupera el condado para que desde entonces no sufra más alteraciones.

Conde Torrejón es de trazado curvo y a mediados del siglo XIX se procede a una alineación con el consabido ensanche en la parte más próxima a Feria. En ese tiempo, adoquinado sustituye al pavimento empedrado y así permanece hasta que en los setenta del siglo pasado aparece la marea negra, esa fiebre asfáltica que se enseñoreó de la mayor parte de las vías de la ciudad. Esta calle pertenece al corazón de un barrio que quizá haya sido el que mayor transformación ha sufrido al rebufo de la Exposición Universal de 1992.

Hasta ese momento, Conde de Torrejón estaba abducida por la Alameda de Hércules y su sinfín de consecuencias y de daños colaterales que convertían la zona en una especie de territorio prohibido. De siempre, la estrella de la calle fue la finca número 9, la casa palacio, que estuvo convertida durante años en almacén y que fue rehabilitada por su último dueño, Miguel Ángel Solís y Martínez Campos, marqués de la Motilla. En el año 2010 se hizo público un proyecto de rehabilitación y conversión en hotel de lujo.

Junto a esa finca, considerada el punto estrella de la calle también tiene preponderancia la fina número 10, convertida en la actualidad en una casa apartamentos VTV que lidera una considerable lista de pisos que fueron convertidos en apartamentos turísticos de lo que toda Sevilla está tan bien nutrida. La calle Conde de Torrejón consta de tres afluentes viarios, ya que a ella desembocan Quintana y Marco Sancho por la banda de los impares y Alberto Lista por la de los números pares.

Lógicamente, situada en un sitio tan estratégico, tan en el meollo de la Sevilla de siempre, por Conde de Torrejón sólo discurren dos cofradías, aunque por la esquina con Correduría hay una nómina más abultada de cortejos, desde hoy con la Hiniesta hasta que llegue la Macarena reinando en la Madrugada.

Y precisamente hoy pasará por Conde de Torrejón esa maravilla que es el Silencio Blanco, cortejo incomparable que tiene a la sobrenatural Virgen de la Amargura en continua charla con San Juan tras su Hijo en su desagradable comparecencia ante Herodes. Y en esa calle de la amargura en que por momentos se convierte nuestro rincón de hoy sonará impactante como sin solución de continuidad Amarguras, el himno consensuado de nuestra Semana Santa.

La cofradía de San Juan de la Palma por él goza de enorme predicamento en la atardecida de este día inaugural. Sobre las ocho de la tarde, la Cruz de Guía virará de Feria a Conde de Torrejón para que sobre las ocho y media ande por allí la Virgen de la Amargura. Obra que algunos atribuyen a la Roldana y qué bien le pusieron su nombre a esta Virgen que a esa hora ya irá hartita de llorar por lo que se está desencadenando en torno a su Hijo.

Es zona de gran afluencia, pero es que eso de la afluencia es ya un problema que no tiene solución. En este día tan especial y al que la gente acoge con el entusiasmo de lo nuevo no hay un solo rincón para intimismo de verdad y Conde de Torrejón es cuenca receptora de grandes masas humanas. Es tarde en que las grandes riadas van del Puente con la Estrella a la Alameda en busca de la Amargura que acaba de doblar para la Europa.

Otra cofradía que pasa por esta calle lo hace el Miércoles Santo a una hora más temprana y es la Hermandad Sacramental de la Sagrada Lanzada de Nuestro Señor Jesucristo, Nuestra Señora de Guía, San Juan Evangelista y María Santísima del Buen Fin, vulgo La Lanzada. Por última, el Resucitado que viene de Santa Marina en la amanecida del Domingo de Resurrección. Pero no se equivoque, lo culminante de la Semana Santa en Conde de Torrejón acaece esta tarde al conjuro de esa maravilla que es la Virgen de la Amargura.

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