Medio Ambiente

Agua saneada

  • Las depuradoras la empresa de aguas de Sevilla, Emasesa, logran un 95 por ciento de pureza con el agua de las alcantarillas. Se autoabastecen al producir energía eléctrica con los residuos.

Gran parte del agua vertida a diario por los habitantes del entorno metropolitano de Sevilla va a parar a la depuradora de El Copero, la mayor de toda Andalucía. Allí y en las otra cuatro depuradoras que gestiona la empresa de aguas de Sevilla, Emasesa, el líquido elemento se limpia y se vierte al río Guadalquivir. O se reutiliza: para el riego de las propia estaciones de depuración de Emasesa; para la limpieza de la calle; para el Real Club de Golf de la ciudad y, también, para la actividad minera en el yacimiento de cobre de Las Cruces, en los municipios sevillanos de Gerena, Guillena y Salteras.

Los beneficios son muy evidentes. Por ejemplo, el agua vertida mitiga la salinidad propia del río Guadalquivir y eso favorece el cultivo del arroz. Más visible aún es el efecto medioambiental. Sólo hay que recordar la imagen del este río contaminado en los años setenta, cuando el agua usada se vertía directamente sin proceso previo. Ahora, junto a la propia depuradora, crece el verde y pasta sin problemas el ganado.

En las instalaciones de Emasesa se ha optimizado el proceso de depuración hasta conseguir un noventa y cinco por ciento de pureza en el líquido elemento. Y no sólo eso. También se intenta aprovechar buena parte del desperdicio que llega. ¿Cómo? Transformándolo en energía para así producir electricidad o tratando el fango como compost para el abono agrícola. Pero hasta llegar ahí se han tenido que dar una serie de pasos.

Cuando llega de las alcantarillas el agua sucia se separa de los residuos sólidos a través de rejillas y tamices. Éstos últimos son almacenados y trasladados a vertederos controlados, mientras que el líquido sigue su proceso. Tras ser limpiada de grasa y arena, el agua pasa a la fase de tratamiento primario. El proceso es puramente físico. En un decantador, y en un periodo que dura entre tres y cinco horas, el fango va sedimentándose.

En ese momento, entre un 50% y un 65% del agua está ya depurada. Durante el tratamiento secundario son los microorganismos los que actúan para eliminar la contaminación. Emasesa, en realidad, sólo acelera un proceso que es natural, usando, en los decantadores, las condiciones de aire y temperatura óptimas para que se desarrollen.

En la actualidad, un grupo de investigación de la Universidad de Cádiz colabora con Emasesa para dar un paso más e instalar una planta piloto de oxidación supercrítica. Con este sistema se eliminarían radicalmente los fangos y sólo quedaría el agua más los óxidos. Se trataría de someter el líquido a 450 grados de temperatura y 350 atmósferas de presión. Por otro lado, está en estudio la adaptación de las plantas para eliminar, además del Carbono, el nitrógeno y el fósforo: el agua, más pura aún.

Los fangos, tanto los resultantes del tratamiento primario como los del secundario, son sometidos a un proceso de digestión llamado anaeróbico, a diferencia del que tiene lugar con el agua llamado aeróbico. Son, en este caso, otro tipo de microorganismos los que actúan, aquellos que se desarrollan en ausencia de aire. Su acción genera metano, un gas con el que se puede producir electricidad. La estación de El Copero dispone de un sistema de motogeneradores acoplados a alternadores que producen calor y energía eléctrica. Con ella se llega a una media de un 80% de autoconsumo diario. Y el proceso va a más, ya que actualmente se está experimentando con un sistema de utrasonidos que fragmenta el lodo y ayuda a una mayor eficacia en la acción de los microorganismos.

Mientras, el residuo que no se ha transformado en metano es secado y tratado. Es curioso encontrar en una depuradora invernaderos que precisamente ayudan a eso, a desecar el fango. Éste se transforma en compost, que se utiliza como abono agrícola. Emasesa cubre también las instalaciones para evitar al máximo ruidos y olores procedentes de residuos. Y siembra en los alrededores, para lograr un ecosistema agradable.

El agua y los residuos urbanos, vertidos por casi un millón de habitantes de Sevilla, regenera el río, favorece el riego, genera electricidad y produce compost para el campo. Y todo gracias a una depuradora. Es el ciclo del agua.

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