Una política global entre todos los gobiernos en materia de inmigración. Ese es el mensaje que quiso transmitir el presidente de la Asociación Europea de Derechos Humanos, Pierre Barge, que estuvo ayer en Cádiz para ofrecer una conferencia en la Facultad de Filosofía y Letras sobre los conflictos culturales y religiosos en Europa. Derechos Humanos cuenta a nivel europeo con 19 organizaciones y confía ampliar su capacidad con la inclusión de nuevos países a la UE.

-Su visita a Cádiz coincide con el drama de la inmigración en la costa de Barbate, de los sin papeles, de los que ya no tienen mucho que perder.

-Este tipo de situaciones no sólo ocurre en Andalucía o en otros puntos de España. En muchos países aparecen todos los años inmigrantes muertos en sus costas. Es legítimo que cada estado ejerza controles en sus fronteras, pero la cuestión es que necesitamos emigrantes porque proporcionan más comodidades a la sociedad. Un informe de 2004 reveló que era necesario un millón de emigrantes al año en Europa. Por ello, lo que resulta paradójico es que todavía no se haya podido definir una emigración legal y controlada y al mismo tiempo se lleve a cabo una política de barreras.

-¿Cuál es su opinión sobre la política que desarrolla España referente a la inmigración?

-Por ejemplo, Francia emplea una política más restrictiva en cuanto a inmigración en comparación con España e Italia y, por esa razón, estos países tienen las tasas de crecimiento más altas de Europa. Es importante entender que es necesario crear una política global sobre este asunto, porque ningún inmigrante abandona su país por placer, lo hace porque ya no puede más. Que no se hable de expulsar a los extranjeros, antes habrá que decidir cómo se les acoge y ver cómo nuestro continente puede mejorar. Nos movemos en el sentido de que los gobiernos respeten los derechos humanos y, precisamente ahí está nuestra fuerza, es cuestión de pensamiento.

-¿Cree que parte de la sociedad relaciona a los inmigrantes con la delincuencia?

-Siempre se ha hecho una relación entre la delincuencia y la gente pobre. Sin embargo, no se señala a los extranjeros que tienen dinero y medios, de los que por cierto no se sabe si algunos de ellos son delincuentes.