Provincia de Cádiz

Sin ganas de fiesta en El Marquesado

  • La asociación de vecinos lamenta la falta de protección policial en la barriada

Si el sábado El Marquesado se levantaba con la resaca de una noche violenta de disparos y muerte, ayer los tiroteos seguían resonando en la barriada rural mezclados con el soniquete de fondo de la verbena instalada esta semana con motivo de las fiestas. Una carpa repleta de sillas vacías a media tarde.

Hace calor ... "No, no es eso, es que tampoco hay ganas porque hay mucha gente que es familia de la chica fallecida", reflexionan al otro lado de la barra varios miembros de la asociación de vecinos San Juan de El Marquesado. Este año no cubren los gastos pese a que hay oferta para todos los públicos: juegos, baile, música en directo y también en diferido hasta la madrugada, la que sonaba cuando dos casas de El Marquesado y La Chacona eran asaltadas a tiros al parecer por dos jóvenes. En la carpa un grupo de mujeres pone ahora la única nota de color a una tarde desangelada.

Los vecinos reconocen que la presencia policial no habría evitado el ataque y sus fatales consecuencias, pero sí advierten que la barriada esperaba contar con la protección de una patrulla durante las fiestas, pero "sólo aparecieron el jueves al mediodía y ya no volvieron más", apuntan desde el colectivo vecinal. Incluso, según recuerdan, la misma noche del tiroteo, "prácticamente a la misma hora", se produjo en la verbena una refriega entre varios jóvenes. Los organizadores pidieron auxilio a la Policía, "a todos, llamamos a El Puerto, a San Fernando, pero no vino nadie". "Dijeron que no podían acudir y que nos arregláramos solos". Pasa todos los años, según apostillan, y ya se han acostumbrado a afrontar en soledad estos conatos nocturnos de violencia durante las fiestas.

A poco más de un kilómetro, la casa de los cuatro heridos de la misma familia, los Leyton Agüera, mantiene una leve actividad con esporádicas entradas y salidas de sus ocupantes. Éste fue el segundo destino de la pareja de asaltadores antes de pasar por la finca de Manuel Sánchez, tan tranquila como siempre, con la puerta abierta de par en par y la hermana y sobrinas del herido al fondo alimentando a los animales durante este tiempo de ausencia del herido. La finca se compone de dos inmuebles, ambos marcados por el ataque. En el primero están intactos los restos del cristal de la ventana roto de un golpe o una pedrada, y en el segundo son visibles los impactos de los disparos, señalados con marcas por la Policía, a la entrada de la morada.

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