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"Fuimos de independientes, AP nos tiró los tejos y no nos votó ni la familia"

  • José María Ferre Tejera. 35 años después, cultiva la amistad de sus adversarios de corporación. Fue el once de diez en el 83, entró después, vivió la escisión de las taifas de la derecha y se tomó con mucha filosofía el descalabro posterior

José María Ferre, en un paso de cebra de la plaza de Cuba.

José María Ferre, en un paso de cebra de la plaza de Cuba. / juan carlos vázquez

La coalición AP-PDP-UL sacó en 1983 diez concejales y José María Ferre (Sevilla, 1942) obtuvo el número once. Ve la política con un distanciamiento brechtiano.

-Me dio su teléfono el socialista Guillermo Gutiérrez...

-Hicimos amistad en un viaje que hicimos a Roma con nuestras respectivas mujeres a la canonización del cardenal Spínola. En la Feria nos vemos y nos podemos tomar dos o tres medias.

-¿Mantiene la relación con aquella corporación?

-Manuel del Valle está de presidente de Civisur, sociedad que tiende puentes entre Sevilla y Málaga y yo estoy de vicepresidente. Éramos rivales, pero no enemigos. En los plenos nos poníamos a parir, pero luego nos íbamos a comer juntos. Hoy eso es imposible.

-¿Y por qué?

-Como hagas de la política una profesión, estás muerto. En política debes tener la fecha de caducidad puesta por ti mismo. Si los garbanzos dependen de la política, pobrecito mío.

-En 1983 el PSOE ganó con mayoría absoluta. Como Felipe González un año antes...

-Sacaron 19 concejales. Nosotros teníamos mucha filosofía, mucha ideología y pocos votos. Yo era del PDP de Óscar Alzaga, que tenía dos de diez, Javier Arenas y Felipe Rodríguez Melgarejo. Duplicamos la presencia, porque yo entré por Jesús Barrigón y Felipe Pareja se pasó como independiente.

-¿Y su fecha de caducidad?

-Yo nunca dejé mi trabajo. Fui el primer director del colegio Tabladilla y antes, con 29 años, dirigí en Ferrol un colegio de la Marina.

-No tiene acento sureño...

-Mi padre era alicantino, fue profesor de Matemáticas en el San Isidoro. Mi madre, barcelonesa, hija de un jerezano que tenía una fábrica de losetas hidráulicas, se fue a Barcelona a estudiar Derecho y conoció a mi abuela catalana.

-¿La vocación política?

-Yo hice Químicas y fui delegado de la Facultad. Cuando se escindió la UCD, el PDP era un partido de izquierdas en lo social y de derechas en otras cosas. Ambivalente entre derecha e izquierda, al final estaba el centro. Como éramos siete u ocho, era como un encuentro entre amigos. Javier Arenas era presidente en Sevilla y yo secretario provincial.

-¿Sufrieron la apisonadora?

-Hicimos una oposición bastante fuerte al PSOE. Sufrió desgaste y pasó de los 19 del 83 a 11 en el 87. Tres meses antes de las elecciones, se rompió la coalición. AP nos tiró los tejos, fuimos de independientes y no nos votó ni la familia.

-¿Qué ha hecho con la química?

-Monté una fábrica de aceite en Herrera, entre Estepa y Puente Genil, y otra en San Jerónimo.

-Ha dedicado muchos años a la enseñanza. ¿Hay salida?

-Cada reforma de la ley es una disminución de la calidad. Es un sistema educativo muy flojo. La educación es un arte y hay que dejar la burocracia a un lado y darle más autonomía a los centros. El modelo es el de hace cincuenta años. Las pizarras son digitales, pero siguen siendo pizarras.

-¿A qué dedica su tiempo?

-No me aburro. Soy vicepresidente de Civisur y presido el Foro Andaluz de Humanismo y Empresa por el que han pasado eminencias como Manuel Pizarro o Manuel Olivencia, que participó en un encuentro entre generaciones.

-¿Nostalgia de la política?

-Para mí fue un paréntesis. Cuando me voy de los sitios, cierro. Después participé en la refundación del PP con Soledad Becerril. en aquel congreso de Sevilla en el que Aznar subió a los altares, yo era secretario provincial.

-¿Tiene carné de algo?

-Del Real Club de Golf y del Labradores, como todo viejo rockero.

-¿Qué aficiones cultiva?

-Pasear, leer y atender a mi mujer.

-¿Llegó a la política con los deberes familiares hechos?

-Casado y con cinco hijos. Tengo ya dos nietas en la Universidad.

-¿Cómo lo vivieron sus hijos?

-Recuerdo que correteaban por los palcos de la Semana Santa. La familia sabía que mi dedicación suponía unas horas extras.

-¿No conoció el gobierno local?

-Con Fernández Floranes formé parte de la Comisión de Cultura. Íbamos juntos a la Feria a hacer las inspecciones. Manolo decía que la caseta no era sólo el exorno, había que ver la cocina.

-¿Qué balance hace?

-Hay que darle a las cosas su justa importancia y no hacer tragedia de todo. Cuando te afeitas, tienes que mirarte a los ojos y decirte: entre tú y yo qué pasa, entre calé y calé no cabe la buenaventura. Parece que nos endiosamos.

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