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El pórtico más italiano, a salvo

  • El IAPH adjudica por 70.400 euros las obras de conservación de la portada del convento de Santa Paula, una obra del siglo XVI.

  • En ella participó el ceramista Niculoso Pisano.

Los turistas fotografían el pórtico de Santa Paula, con sus característicos tondos cerámicos.

Los turistas fotografían el pórtico de Santa Paula, con sus característicos tondos cerámicos. / belén vargas

Obras de conservación. Así define el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) -órgano dependiente de la Consejería de Cultura de la Junta- la intervención que se efectuará sobre el pórtico del convento de Santa Paula, sin duda, el más italiano de cuantos existen en Sevilla. Se trata de una obra de enorme valor artístico (declarada BIC), del siglo XVI y en la que confluyen diversos estilos artísticos: gótico, mudéjar y renacimiento. La actuación consistirá, básicamente, en evitar la afección de la humedad y del agua, así como en la eliminación de los efectos originados por el paso del tiempo.

Es, sin duda, una de las joyas del patrimonio hispalense. El pórtico del convento de Santa Paula será sometido a obras de conservación. El IAPH dio a conocer este lunes que se han adjudicado estas obras -por valor de 70.394 euros- a la UTE (unión temporal de empresas) conformada por Alféizar Restauraciones Andaluzas y Estuco y Decoración Marve. Se materializa, de esta forma, el convenio suscrito entre la orden de religiosas jerónimas (que regenta el convento), el IAPH y la World Monuments Fund España (organización privada, sin ánimo de lucro, que vela por la conservación del patrimonio).

En ella aparecen motivos decorativos que luego inspiraron el regionalismo sevillano

Las labores a desarrollar consistirán en eliminar las humedades, evitar las filtraciones de agua en la estructura y dejar libre la portada de vegetación, costra negra y suciedad acumuladas durante años. Se trata, sin duda, de una intervención de gran importancia si se tiene en cuenta la valía artísca de este pórtico, referente del arte cultivado en Sevilla durante el reinado de los Reyes Católicos, de ahí la mezcla de estilos que se dan en él. A ello se une otra característica que lo distingue de cualquier otro: los rasgos italianizantes de la cerámica que lo compone.

Los expertos consideran que en esta portada -fechada en 1504 (siglo XVI)- se encuentran presentes el gótico a través de la forma y estructura (el tímpano y la ojiva), el mudéjar en la construcción (el ladrillo) y el renacimiento italiano en la decoración (la cerámica). Se trata de una obra de Pedro Millán y Francisco Niculoso Pisano, costeada por la marquesa de Montemayor.

A Millán corresponden los ángeles de las enjuntas y los característicos tondos (propios del Renacimiento italiano), que se disponen en la rosca del arco, en los que se representan a Santa Elena, San Antonio de Padua con San Buenaventura, San Pedro con San Pablo, San Roque con San Sebastián, San Cosme con San Damián y Santa Rosa de Viterbo. En el tondo que corona la clave del arco se escenifica el Nacimiento de Jesús, obra que, a diferencia de las anteriores, se atribuye al italiano Andrea della Robbia.

Niculoso Pisano es el autor de los azulejos pintados y decorados con grutescos en blancos, azul y amarillo que aparecen tanto en la base de la rosca del arco como en la del tímpano. Un dibujo de gran interés histórico, pues será copiado en multitud de edificios de la época y más tarde, en el siglo XX, por los principales artífices del regionalismo, estilo sevillano que tuvo en Aníbal González su mayor representante arquitectónico y en el diseño cofradiero, a Juan Manuel Rodríguez Ojeda.

A Niculoso Pisano se deben también las cabezas de querubines y los remates flamígeros de la crestería que corona el conjunto. Las firmas del ceramista italiano y de Millán aparecen en diversos elementos del pórtico. El centro del tímpano se encuentra presidido por el escudo de los Reyes Católicos.

El convento de Santa Paula fue el primero de la ciudad que recibió la distinción de monumento histórico, denominación otorgada durante la Segunda República. Y no es para menos. A su valor arquitectónico se suma la riqueza ornamental que cobija. Su iglesia, de nave única, está cubierta con una armadura de madera realizada en 1623 por Diego López de Arenas. El retablo mayor es obra del escultor José Fernando de Medinilla, quien lo talló en 1730. Su hornacina central la preside una imagen de Santa Paula, que podría ser obra de Andrés de Ocampo para un retablo anterior al actual.

En los muros laterales del presbiterio se disponen los sepulcros de los marqueses de Montemayor, patronos del convento. Otra de las obras de gran valor que posee este cenobio es la imagen de San Juan Evangelista realizada por Martínez Montañés en 1637. También contaba con pinturas de Alonso Cano, que se perdieron con el expolio del mariscal Soult en la invasión francesa.

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