Tribuna

Abel Veiga

Profesor de Derecho de la Universidad de Comillas

Política y financiación autonómica

No se puede hablar de financiación autonómica si no somos capaces de repensar por enésima vez una reforma fiscal en condiciones

Política y financiación autonómica Política y financiación autonómica

Política y financiación autonómica

Huyamos de la demagogia, también de visiones cortoplacistas y partidistas. Demasiado serio lo que está en juego. Un sistema de bienestar, una realidad donde la igualdad pero también cierta proporcionalidad y priorización de problemas disímiles para unas y otras autonomías han de estar presentes y ser tenidas en cuenta. Muchos creen que la solidaridad, el principio de solidaridad, como otros de corresponsabilidad, son meros enunciados teóricos cuando no simplemente programáticos. Mas la realidad es elocuente, ¿están todas las comunidades autónomas en idéntico punto de partido y en igualdad de condiciones? La evidencia es clara. No lo están. Algunas puede decirse que por unas u otras circunstancias están infrafinanciadas. Más allá del color del partido que gobierna, la localización geográfica, las políticas industriales y de innovación, del tejido asentado o deslocalizado, de facto, nada es igual. Algunos han acusado de un escandaloso dumping fiscal, abriendo una brecha con fuegos distintos. O se armoniza o cada cual traza un camino poco solidario. No debe caer en saco roto la propuesta de seis comunidades, entre ellas de Andalucía de condonar lo que se debe al FLA, si bien esto puede hacerse por tramos o escalonadamente conforme a ciertos requisitos.

Saber diseccionar la esencia de la circunstancia, extirpar lo accesorio y lo superfluo es algo prioritario en un momento donde el sistema aprobado en 2009 simplemente ni ha servido ni tampoco, que es peor, cumplido objetivo alguno, salvo acallar ciertas reivindicaciones y silenciar otras componendas. Mas cada uno que llame a las cosas como prefiera.

Insuficiencia y desigualdad en la financiación per cápita son los dos grandes problemas pero sobre todo, el nudo gordiano. Que no nos distraigan artificios y populismos. Ni la presencia o ausencia de quién quiere romper o asegurar su status quo. De todo se puede hablar, incluso cuando se sacralizan determinados sistemas. O jugamos todos una misma partida, actualizada y calculada a ratios de 2017 o la partida y el tahúr está condicionado. Con cupo o sin cupo.

La renta, los ingresos de unas y otras comunidades es lo que es. Como también lo es la demografía y el envejecimiento crónico de ciertas regiones y con ello el coste asistencial y de dependencia.

No se puede hablar de financiación autonómica si no somos capaces de repensar por enésima vez una reforma fiscal en condiciones, dinámica, clara, actual y eficiente, con más o menos cesiones o por contra de caja única. Los servicios públicos son el talón de Aquiles de todo el pilar del bienestar. El pozo sin fondo, la calidad de los mismos, cuando no la propia realidad y existencia exigen suficiencia de fondos, pero también igualdad y corresponsabilidad. El edificio tributario reformado y legislado sin cesar debe ir más allá del impuesto de renta y el de sociedades. El grueso del que se nutren las autonomías es otro. Y la desigualdad de regímenes autonómicos en estos impuestos, sobre todo sucesiones y donaciones, una auténtica locura pero también una desigualdad de derechos y obligaciones en función de los territorios y que rozará algún día el límite de la igualdad constitucional.

Repensar, reequilibrar los distintos fondos con los que se nutren el pago de estos servicios, dotar de peso a los ingresos, sabiendo cuál es y debe ser el origen, si lo cedido o lo transferido directamente por el Estado es una clave de bóveda crucial para presupuestar y ejecutar la suficiencia de recursos y por tanto hacer real la corresponsabilidad entre todos. De lo contrario la desigualdad, la falta de recursos, la insuficiencia de medios materiales y humanos, prestaciones asistenciales y básicas se cronificará.

Hablar de sistema de financiación, de aggiornamento, de puntos y líneas de encuentro es algo más que una foto esporádica en el Senado. Es proponer, es discutir, es tocarlo todo, hablar de todo y formular. Es transacción, diálogo y discusión, pero es también agarrar a uno de los toros por los cuernos. El otro es el de las pensiones. Es, en definitiva, hacer política. Tener voluntad de hacerla. Casar igualdad de derechos, de servicios, de oportunidades, tener la financiación suficiente y el servicio eficiente y efectivo es una cara de la moneda, la otra, la de este sudoku amorfo, es cohesionar y preservar la financiación per cápita a la que algunos no están dispuesto a minimizar un ápice. Aunque la realidad y dinamismo económico es el que es en unas y otras comunidades.

Sensatez, criterio, diálogo pero también mucha lealtad política e institucional.

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