Tribuna

Rafael Rodríguez Prieto

Profesor de Filosofía del Derecho y Política de la Universidad Pablo de Olavide

Europeísmo para 'PIGS'

Europeísmo para 'PIGS' Europeísmo para 'PIGS'

Europeísmo para 'PIGS' / rosell

Estamos solos". Estas patéticas palabras corresponden a un alto cargo del Gobierno del PP. La inutilidad de este ejecutivo es proporcional a su falta de patriotismo. Lo primero, se traduce tanto en su incapacidad para explicar en el exterior el golpe, como en hacerse respetar en el concierto internacional. La segunda carencia se ejemplifica con su censura de las imágenes de violencia contra la policía durante 1 de octubre, por no hablar de los dineros que continúan fluyendo, como si nada, a los que han decidido destruir la convivencia entre españoles. Que una juez de un pueblecito del norte de Alemania enmiende la plana a otro de la más alta instancia jurisdiccional de un país aliado y socio es alucinante. Que la juez alemana haya valorado las pruebas es irregular, ya que debería ser en el transcurso del juicio oral donde se hiciera. En consecuencia, que Alemania entienda que España no es un país tan democrático como él, es bochornoso.

No me remontaré al supremacismo secular del protestantismo frente a los países del sur de Europa. Cierta prensa anglosajona acuñó el racista PIGS, aunque lo asombroso fuera observar el eco que tuvo en sectores de la opinión pública española dedicados a replicarlo o balarlo. Tampoco al tratamiento de protectorado que se otorgó a los griegos, suspendiendo la democracia en el país que la inventó. Todo estaba mal en Atenas, mientras en Bruselas se hacía la vista gorda, no solo con los papeles que les mandaban, sino también con Luxemburgo y las prácticas escasamente claras de otros estados en materia fiscal. Sólo señalaré que es intolerable que en un espacio de confianza interestatal se entre a valorar si un tipo delictivo existe en un estado u otro. Esa práctica sería lógica en caso de terceros estados donde no existe confianza en sus instituciones o no son signatarios de convenios sobre derechos humanos, por ejemplo. Si la euroorden no implica la entrega automática entre socios de un espacio de seguridad común, ¿para qué sirve? Volvamos a la extradición. Llamemos a las cosas por su nombre.

En Alemania los partidos separatistas están prohibidos. No se tolera, en ningún caso, la secesión de una parte de su territorio. Finalmente, fue el país que tuvo una organización terrorista a la que se puso fin en sospechosas circunstancias. Dejémoslo ahí. ¿Qué lecciones van a darnos? Que en Alemania se sea incapaz de apreciar la amenaza que para el orden constitucional significa el golpe de estado del nacionalismo catalán es un problema para la Unión Europea y su continuidad. Pero, lamentablemente, lo peor no está en el extranjero, sino en nuestra propia casa.

Recuerdo la crisis del fletán y el Gobierno de Felipe González, tan europeísta él. Fue de los primeros baños de realidad. Un conflicto que enfrentó a nuestros pescadores con Canadá y en el que Gran Bretaña se puso al lado del país norteamericano, en vez de a favor de su socio comunitario. Al final, perdieron nuestros pescadores con la bendición de la CEE. De esos polvos, los lodos del lelo viaje al "corazón de Europa", para la más absoluta irrelevancia, firmado por el penoso ZP. Portavoz primigenio de este europeísmo acomplejado y deudor de la leyenda negra, fue la mediocre voz de Ortega y Gasset con su tristemente célebre, "España es el problema y Europa la solución". Son demasiadas las generaciones que lo han mamado. De hecho, es peor el europeísmo ingenuo que el euroescepticismo. El escepticismo sin apellidos ayuda a mejorar. La materia prima de la propaganda nacionalista es la fé y, por supuesto, está como si Guardiola hubiera ganado, al fin, la Champions sin Messi. Mientras, la falsa izquierda se disculpa por ser española.

Nuestra clase dirigente practica un europeísmo bobalicón que se concretó en aceptar, sin rechistar, la difunta Constitución Europea o en asumir recetas lesivas para nuestra industria y economía, porque venían de Uropa. Todo se ha pagado con intereses, desde la "reconversión industrial" al "rescate" bancario. Los fondos europeos no han sido gratis. Esta situación se ha agudizado en los últimos años con una UE más neoliberal, alejada de los principios del estado social y un Banco Central Europeo antieuropeísta. Una UE que se ha volcado a favor de las grandes corporaciones, en detrimento de sus ciudadanos.

¿Europeísmo? Sí, pero sin ingenuidad. Se supone que los jóvenes becarios del programa Erasmus no deberían estar afectados por este mal. Cuando viajas te das cuenta de que en todos lados cuecen habas y lecciones las justas. Europa ha de ser sinónimo de reglas iguales para todos, donde el respeto y la construcción de una UE social y de los ciudadanos sea el elemento constitutivo central. Las fronteras no se pueden cuestionar. Parece que Alemania no ha aprendido nada de su error en la ex Yugoslavia.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios