Tribuna

Ángela fernández

Periodista

'Cata-clismo'

No parece que el caso de Cataluña sea diferente a otras acciones sociales revolucionarias que acabaron siendo lo que no debían ser

'Cata-clismo' 'Cata-clismo'

'Cata-clismo' / rosell

Me pregunto si han leído el libro Rebelión en la granjade George Orwell. La obra del escritor británico es un clásico de la literatura universal y yo, que lo leí hace ya algunos años, he vuelto a leerlo en estos días, animada por las revueltas acontecidas en la todavía Comunidad Autónoma española de Cataluña.

La obra la saqué de la biblioteca, esos maravillosos oasis de libros, a veces desterrados para el único cometido de subrayar apuntes, y lo encontré en el área de literatura infantil y juvenil porque, aunque la novela satírica es una radiografía sobre cómo el régimen de Stalin corrompió el socialismo, Orwell la escribió en forma de fábula.

Rebelión en la granja cuenta la historia de los animales de la Granja Solariega y su decisión de levantarse en contra de su amo y, de paso, en contra de todos los humanos, movidos por el deseo de ser independientes y gestionar sus propias riquezas. Napoleón, uno de los cerdos veteranos de la granja, se autoproclama líder del "Animalismo" y lo que comienza siendo un canto a la libertad y a la democracia termina siendo una dictadura dirigida y orquestada.

Son las revoluciones puestas en marcha, casi siempre, con movimientos de banderas en pro de los derechos, pero estos propósitos, aparentemente bienintencionados, pueden sorprender con un giro de tuerca, apretando a todo aquel que no comparta las mismas opiniones. Con lemas como "la valentía es importante, pero más importante es la lealtad y a obediencia" se deja ver cómo el líder de la revolución animalista en el libro quiere imponer sus ideas. Aunque Puigdemont haya querido abrirse paso con un referéndum disparatado, va apareciendo, como lluvia que limpia los cristales rotos, las actuaciones absorbentes del procés. Sobrevuelan como gaviotas, parecidas a las del PP, las amenazas de establecer la independencia de forma imponente, esto es, saltarse a la torera el burladero de lo que Puigdemont voceaba a los cuatro vientos: "Que el pueblo decida" y si no me gusta lo que decide decidiré yo por el pueblo, le faltó añadir. Tanto el libro como el movimiento separatista están cargados de una colección de acontecimientos más mediocres que otra cosa, y esto me hace recordar la frase que Maurice Joly dijo allá por el siglo XIX: "No hay perfecto trepador sin una buena dosis de mediocridad".

En toda revolución hay que tener claro quiénes son los enemigos, pero en el caso de Cataluña el cata-clismo se produce cuando los enemigos están siendo los que no deberían ser. "Todos los animales son iguales", rezaba uno de los mandamientos de la rebelión animal de la granja. "Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros", acabó siendo el mandamiento único y definitivo. Lo que comenzó como una declaración en pro de los derechos de los catalanes y del bienestar de Cataluña, está derivando en que, para el señor Puigdemont, los que desean la independencia son más iguales que los que no. Todos los catalanes son iguales, pero unos catalanes son más iguales que otros. Perdonen mi desconfianza, pero yo no me fiaría de una revolución liderada por un señor que parece estar decidido a defender la separación de Cataluña separando a los catalanes entre sí.

No parece que el caso de Cataluña sea diferente a otras acciones sociales revolucionarias que acabaron siendo lo que no debían ser. La revolución separatista podría ser un fracaso, no por lo que se consiga o deje de conseguirse, sino porque termine siendo todo aquello de lo que pretendía alejarse. Esto es debido a que, en más de una ocasión, nos dejamos llevar por personas, lobos disfrazados de corderos, que tal vez sean todo aquello contra lo que se alzaban.

¿Y todo esto no parece una fábula, como el libro de Orwell? Lo que el libro viene a decir, precisamente, es que la ficción no es otra cosa que la realidad dando bofetadas. Rebelión en la Granja golpea, hace daño, porque nos dice que nadie hace ningún esfuerzo por nadie si no es sacando algo de partido. Aprender de la historia no es más que un cuento y la historia rebota siempre como una pelota de goma a través de los siglos.

George Orwell participó en la Guerra Civil Española y en 1938 escribió el libro Homenaje a Cataluña. ¿Qué pensaría hoy en día el escritor británico de los acontecimientos sucedidos? Sólo espero que, sin saber aún cómo acabará todo esto, Puigdemont no se oponga a la celebración de otro referéndum para los que quieran vivir en otra granja que no sea la catalana. Y así hasta que ya nadie pueda independizarse de nadie.

Al final, perdonen el spoiler, los animales de la granja se ven incapaces de distinguir a los humanos de los cerdos, que aprendieron a caminar sobre dos patas.

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