Tribuna

Pablo Gutiérrez-Alviz

Busco empleada de hogar

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Busco empleada de hogar

Toña, la madre del espía ruso Antoni Putin y empleada de hogar en mi casa, lleva un mes sin apenas trabajar. Antes no es que currara tanto como su tío abuelo, por parte de padre, el minero Alekséi Stajánov (creador del "estajanovismo") pero realizaba su tarea con seriedad y esmero. Ahora, por contra, es que casi no la dobla, alterna toque leve de plumero con mirada atenta a su teléfono móvil para leer y mandar wasaps. La semana pasada me dijo que ya solo vendría de lunes a jueves y a media jornada, como mucho, desde las diez de mañana hasta la una de la tarde.

La vida de Toña ha sido muy dura. Ella me ha contado que es hija de un bolchevique radical y de una elegante descendiente de los Románov (familia del último Zar). Para disgusto de su noble madre la afiliaron al nacer al PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética), con la Pasionaria como singular madrina. De adolescente formó parte de un intercambio de estudiantes con Cuba (de ahí su castellano con dulce acento caribeño). Y no pudo terminar los estudios universitarios de ingeniería química en la moscovita Escuela Politécnica Molótov (inventor del incendiario cocktail) porque la casaron a la fuerza con un Kaláshnikov (de la familia del diseñador del famoso fusil), en concreto, de la rama más propensa al "gatillazo" y, claro, se divorció indemne, sin disfrutar de un revolcón en condiciones. Sin marido, sin dinero y sin casa, se quedó embarazada de un apuesto espía del KGB, y al cabo de los años, en plena crisis económica, la pobre decidió venirse a España: solo pudo colocarse como empleada doméstica, dejando en Rusia a su único vástago, Antoni, que por entonces ya estudiaba para agente secreto. Toña, simpática y de atractivos rasgos eslavos, tiene un porte aristocrático ruso, es decir, corpulenta y gorda al estilo de una matrioska gigante o como la que se hace llamar en Madrid, "gran duquesa rusa Románova".

Preocupado por el extraño pasotismo laboral de Toña, tuve que llamar a su hijo Antoni quien, como buen espía, en tres días me ha remitido el siguiente correo electrónico:

"Querido amigo:

Mamá por fin ha encontrado un buen novio con el que está dispuesta a casarse. Es estibador, bien parecido y se llama Modesto Puerto Franco. Gana un pastón y he descubierto que tiene un jugoso plan de pensiones. Además, es dueño de dos pisos en Sevilla y de un adosado en Chiclana. Y sin ninguna hipoteca. Lo que se dice un partidazo.

Ya era hora de que mamá acertara. Las anteriores relaciones fueron un desastre. El concejal aquel era un petardo. Estaba en la oposición, todavía no era ni corrupto: no llegará ni a diputado autonómico. El ecologista la tenía hambrienta con tantas ensaladitas sin aliñar y verduras a la plancha, y la iba a matar con los continuos paseos en bicicleta.

Una vez usted nos recomendó un notario o un registrador de la propiedad, que suelen tener dinerito, pero con la crisis ya no son lo que eran. Y además, en general, resultan aburridos: solo hablan del escalafón y de no sé qué protocolos, cosas que nos traen sin cuidado a los rusos, que somos muy sencillos.

Nada como el estibador. De rancio abolengo. Lleva catorce o quince generaciones en el mismo puerto de Sevilla. Casi desde el Descubrimiento de América. Lo mismo el rey le podría conceder un par de títulos nobiliarios. Modesto se los merecería, porque es muy monárquico. A mamá, como Románov, le harían mucha ilusión los títulos de Marqués de la Real Estiba y el de Marqués de la Desestiba del Guadalquivir.

Este novio, también divorciado, tiene especialmente a su favor el hecho de que carece de descendencia. En el futuro, seguro que mamá consigue que me adopte como hijo, y con la cosa de la no discriminación por razón de filiación, termino heredando el momio del puesto de estibador y hasta los títulos nobiliarios. Viviría en todo caso como un marqués. Además, como este gremio portuario tiene tantas horas de descanso, siempre puedo simultanearlo con el espionaje.

Cuentan con usted para que los case notarialmente en una ceremonia íntima y emotiva.

Me he enterado de que se irán de luna de miel a un crucero por el Báltico. A ambos les hace mucha ilusión. Mamá, tan sentida, podrá ver el mausoleo de sus antepasados los Románov en San Petersburgo, y Modesto, gran profesional incluso en el extranjero, comprobará en cada puerto de escala cómo funciona la estiba y desestiba de los buques allí atracados, con toda su parafernalia de grúas, carretillas y contenedores.

Por último, tengo la certeza de que mamá va a dejar de trabajar en su casa, pero eso no alterará nuestra amistad, siempre le mantendré informado de mis andanzas. Un abrazo. Antoni".

En definitiva, busco empleada de hogar. Sueldo y condiciones a convenir. Imprescindible, buenas referencias.

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