Nuevas formas de violencia en el fútbol

No se puede tolerar que una pandilla de gamberros violentos generen un estado de psicosis en una ciudad como Bilbao

La muerte el jueves de un ertzaina por infarto durante los enfrentamientos entre ultras del equipo ruso de fútbol Spartak de Moscú y del Athletic de Bilbao vuelve a poner el foco de la actualidad en la peligrosa relación entre el fútbol y la violencia. Ante todo, hay que evitar un discurso catastrofista. En los últimos tiempos, gracias a la acción coordinada de las autoridades deportivas, los jueces, los cuerpos policiales y los clubes, se ha reducido considerablemente la violencia en los estadios y la capacidad de perturbación de los grupos ultras. Sin embargo, un fenómeno como las redes sociales supone un nuevo reto por su capacidad de incubar conflictos que luego estallan en las calles de forma real. Antes de los encuentros, muchos grupos ultras se encargan de incendiar las redes e, incluso, de preparar unas batallas campales que llegan a aterrorizar a la población y que, en algunas ocasiones, acaban con víctimas mortales, como ocurrió con la muerte de un hombre en 2014, en Madrid, durante una reyerta entre aficionados del Deportivo de La Coruña y el Atlético de Madrid.

Un ejemplo claro lo tenemos en lo que pasó en las calles de Bilbao, donde se llegó a generar todo un ambiente de psicosis colectiva por el inminente desembarco de los hinchas del Spartak, famosos en toda Europa por su comportamiento especialmente violento. Una de las causas de los enfrentamientos suele ser la afluencia a las ciudades de ultras sin entradas que intentan generar confusión para entrar sin pagar al estadio o, en su defecto, entregarse a la violencia callejera. En este sentido, los servicios de información y las policías deberían hacer un especial esfuerzo de coordinación para, si es posible legalmente y sin conculcar ningún derecho, impedir este extremo. En ningún momento se puede tolerar que una ciudad como Bilbao viva inmersa en una psicosis por una panda de gamberros que toman la excusa del fútbol para dar rienda suelta a sus instintos más salvajes.

Aparte hay que registrar otra violencia de baja intensidad que está creciendo en los campos de fútbol, que suele ser verbal y de carácter machista o racista. Ante esto, el único camino que prácticamente se está tomando es el de la sanción a los clubes en cuyos estadios se producen los incidentes. Habría que pensar también en medidas más pedagógicas que acostumbren a las aficiones, compuestas en su inmensa mayoría por gentes pacíficas que sólo quieren pasar un buen rato, a acallar inmediatamente los gritos y proclamas de los indeseables.

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