El pacto alcanzado esta semana por el PSOE y Ciudadanos para reducir drásticamente el impuesto de Sucesiones garantiza la estabilidad del Gobierno de Andalucía hasta el final de la legislatura. Como casi todos los pactos políticos, éste nace de la necesidad: la de un Ejecutivo andaluz que está en minoría parlamentaria y la de un partido de nuevo cuño, Ciudadanos, que intenta demostrar a sus potenciales electores que es capaz de influir en la vida política de Andalucía para conseguir mejoras concretas para los ciudadanos. Sin embargo, no debemos restar mérito a la presidenta Susana Díaz, quien ha conseguido mantener la estabilidad política en nuestra comunidad en unos momentos muy complicados marcados por las fuertes luchas intestinas en el PSOE y un panorama político nacional endiablado. En unos momentos en que el Ejecutivo del PP siembra continuas derrotas en el Congreso y ve amenazada la aprobación de los próximos Presupuestos Generales del Estado por el disgusto del PNV ante sus últimas acciones en Cataluña (muy acertadas a nuestro entender, por otra parte), la estabilidad andaluza llama aún más la atención y es digna de elogio.

Es importante que Andalucía mantenga esta estabilidad en los próximos tiempos, que se presentan inciertos. Como publicamos hoy, en la Junta existe el fundado temor a que la crisis catalana acabe con una profunda reforma de la financiación territorial que favorezca a los intereses catalanes y margine a los de Andalucía. Por eso necesitamos un gobierno que, aunque no cuente con la mayoría absoluta en el Parlamento autonómico, sí disfrute al menos de apoyos externos que le den fuerza. Lo que menos necesita en estos momentos Andalucía es un gobierno débil y acosado por su Parlamento. Sólo desde la estabilidad y, llegado el momento, la unidad de los partidos políticos andaluces, se conseguirá evitar que los intereses andaluces sean marginados.