Al sur del sur

Javier Chaparro

jchaparro@grupojoly.com

Un tren con percherones

Lo más sorprendente es que haya quien sostenga un día tras otro que las obras avanzan "a buen ritmo"

El pasado 18 de mayo, miles de campogibraltareños se manifestaron en las calles de Algeciras para mostrar su hartazgo por la falta de apuesta del Gobierno de España por las infraestructuras del transporte en la comarca y, muy particularmente, por la escasa inversión que se ha llevado a cabo en la línea ferroviaria Algeciras-Bobadilla. Aquella movilización fue seguida de las consabidas promesas y de algún golpe de pecho por parte del responsable político de turno, pero pasados seis meses comprobamos con pesar que poco o nada ha cambiado. Mejor dicho, ha ido a peor.

En el mes de junio revelamos en estas páginas que el Ministerio de Fomento había descartado la construcción para antes de 2020 del subtramo Ronda-Antequera, de 65 kilómetros, con un coste de evaluado en 860 millones de euros. Por tanto, tan solo se acometerá el trayecto entre San Pablo y Algeciras, por un total de 340 millones. Esta semana , Europa Sur ha desvelado un dato más: las dos subestaciones necesarias para poder electrificar la línea al completo (en concreto, en Ronda y Marchenilla) no figuran en la planificación de proyectos del Ministerio de Energía. Su desarrollo queda pospuesto sine die y, en cualquier caso, no antes de 2020.

Ambas subestaciones figuraban en el borrador de la planificación como proyectos obviamente imprescindibles, pero desaparecieron a las primeras de cambio sin explicaciones pese a que su coste es comparativamente ridículo, tan solo 17,3 millones de euros.

Es decir, dentro de tres años no solo no estará renovado al completo el trazado sino que los trenes deberán seguir funcionando con motores de gasóleo. Siempre nos quedará la alternativa de colocar una reata de percherones para que tiren de las locomotoras, pero todo apunta más bien, como bien ha expuesto el presidente del Puerto de Algeciras, Manuel Morón, a que no será posible formar convoyes más largos ni rebajar con ello los costes del transporte.

Todo es cuestión de dinero y de la apuesta política por los territorios. Basta con comparar los citados 340 millones para la Algeciras-Bobadilla con los 6.000 invertidos en los últimos cinco años en el corredor ferroviario levantino. O la subestación eléctrica colocada a los pies del Puerto de Barcelona con la del Cañuelo, cuya conexión a 17 km de distancia del Puerto de Algeciras ha sido sufragado por este último.

Y con todo, lo más sorprendente a estas alturas es que haya quien se dedique un día tras otro a sostener que las obras de la Algeciras-Bobadilla avanzan a "buen ritmo" y que, simultáneamente, acuse a quienes informamos de la situación real de generar "alarmismo". Y no, sencillamente se llama periodismo. Hacer lo contrario es mentir.

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