En el carnaval del año 1991, el cuarteto de El Peña y El Masa, Tres notas musicales, popularizó un inolvidable estribillo: Ay que casualidad, ahora una guerra mundial, la gente no respeta ni que estamos en Carnaval. Parafraseando la copla, podríamos lamentarnos de la casualidad de que precisamente ahora, nos monten el pollo de la independencia catalana. Maquiavelo lo dejó escrito para que pudiéramos comprobarlo, siglos después: La casualidad es un plato que cocinan los listos, para que se lo coman los tontos. En la crisis catalana, se ha notado un especial entusiasmo de los sediciosos, por controlar la comunicación al exterior. Podría ser porque con la aplicación del 155, en el interior está todo el pescado vendido y la insurrección está condenada a convertirse, si acaso, en un problema de orden público. El mosqueo empieza, cuando comprobamos la identidad de los simpatizantes en el exterior. Por un lado Julian Assange que puede ser lo que ustedes quieran, menos un pro occidentalista declarado. Por otro el lobby catalán-norteamericano, regido por un tal Andrew Davis, "está cobrando al mismo tiempo del banco ruso Sberbank", según publica El Confidencial. Mira que casualidad, el mismo banco que Putin utilizó para su actuación anterior en Crimea y el que presuntamente colaboró en la campaña de Trump. ¡Que curiosa coincidencia!.

La mayor parte de los historiadores contemporáneos, consideran que la guerra civil española, fue un banco de pruebas para la segunda guerra mundial. ¿Estaremos siendo ahora utilizados para ensayar una nueva guerra: el desmembramiento de la Unión Europea?. En honor a la verdad hay que reconocerles a los independentistas la capacidad de construir un relato, hecho de mentiras y falacias, pero fácil de comprar por una población tradicionalmente predispuesta a considerarse superior al resto de los españoles. Nos preguntamos, donde ha ido a parar el elegante modernismo catalán que tanto envidiábamos, contemplando esa estética hortera y cateta de las manifestaciones coloristas, a lo Bollywood. En el preciso momento en que salíamos de una crisis económica virulenta y crecíamos como nadie, viene la trifulca. Ahora que teníamos nuestro sitio en Europa, para contribuir a la solución del futuro, después del Brexit, pasamos a ser un problema. ¿Siguen creyendo ustedes en la casualidad?. Como terminaba el Peña el estribillo, golpeando las claves: Rian, rian, rian.

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