la tribuna

Juan Clavero Salvador

El trabajo de los profesores

ESTOY indignado con la campaña de desprestigio que se ha lanzado desde algunos sectores del PP contra los profesores. Atacar a la piedra angular de nuestro sistema de enseñanza es tirar piedras contra toda la sociedad. No hay que insistir en que el futuro de una sociedad depende de su nivel de instrucción y cultura. Los países que ocupan los primeros puestos en la evaluación educativa (informes PISA) son los mismos que gozan de mayor salud democrática y bienestar social.

Vivimos tiempos difíciles, superarlos depende en gran manera de cómo reforcemos el sistema educativo y la formación de los jóvenes. La educación es una inversión estratégica, no un gasto superfluo. Como repite Fernando Savater, si la educación de calidad es cara, mucho más lo es la ignorancia. Hay gastos que una sociedad avanzada no puede debilitar ni eliminar: educación, sanidad, pensiones, dependencia, seguridad,… Y hay bolsas de riqueza (entidades financieras y empresarios que han hecho fortuna con la burbuja inmobiliaria) que el Estado tiene la obligación de hacer que tributen para mantener esa sociedad democrática y del bienestar.

Pero hay políticos que han decidido desmontar el atisbo de sociedad del bienestar que tenemos, y para justificar este ataque no dudan en lanzar infundios contra los funcionarios que mantienen servicios públicos esenciales. Para recortar el Estado se desprestigia a los funcionarios. Se insiste en difundir una imagen falsaria del funcionario vago y privilegiado, como si no hubiera cambiado nada desde los tiempos de Larra.

Aguirre -la muy aristócrata y millonaria presidenta de la Comunidad de Madrid- ha lanzado un mensaje lapidario: "Los profesores se niegan a trabajar 20 horas a la semana, mucho menos de lo que trabaja cualquier madrileño". Y lo hace con pleno conocimiento de que esa apreciación es una infamia. Ahora resulta que los profesores son todos una manta de vagos que trabajan la mitad que el resto de los españoles. Insiste -ella, y los políticos y periodistas de su cohorte- en que trabajamos sólo 18 horas y que dos horas más no es para tanto, cuando hay millones de parados. Pretenden crear una animadversión contra los enseñantes: ¡son unos privilegiados que no tienen derecho a nada! Es la estrategia de la tinta del calamar para intentar encubrir el objetivo, ese sí real, de reducir el sistema educativo público. Mientras despide a más de 3.000 profesores en la enseñanza pública, desgrava los gastos en colegios privados (900 euros por hijo).

Las horas de trabajo a las que se refieren estos políticos indignos son sólo las horas lectivas en las que se imparten clases a los alumnos. Además, en el horario de los profesores hay guardias, reuniones de tutorías con alumnos y padres, sesiones de preevaluación y evaluación, reuniones de equipos educativos y de coordinación pedagógica, claustros, consejos escolares, mantenimiento de laboratorios y equipos informáticos (no hay personal de mantenimiento en muchos centros educativos)… hasta un mínimo de 30 horas en el centro. Parte de ese horario se dedica a desdobles de grupos, atención personalizada a alumnos con necesidades educativas especiales… Todo eso desaparecerá, se considera prescindible, un "lujo" en tiempos de crisis. Además, hay lógicamente que trabajar en casa para preparar las clases, corregir trabajos y exámenes… nos pagan 5 horas semanales, lo que es totalmente insuficiente.

En la enseñanza es fundamental la formación académica y actualización didáctica, por lo que tenemos que dedicar tiempo a cursos, jornadas, congresos… que nos los pagamos nosotros. En esta profesión hay mucha vocación, los que nos gusta la enseñanza (¡y mira que hacen esfuerzos para desanimarnos!) dedicamos mucho tiempo a organizar actividades, teatros, viajes de estudio e intercambios a nivel nacional e internacional, a veces ocupando fines de semana y periodos vacacionales, y sin cobrar horas extras. Por el contrario, como en todas las profesiones, hay escaqueadores impávidos, pero suelen contar con cierta permisividad oficial, casi nunca les pasa nada.

El despropósito de esta campaña de ataque contra los profesores sería equivalente a lanzar campañas de desprestigio contra los cirujanos acusándolos de que sólo trabajan las horas que operan, a los bomberos por trabajar sólo las horas en que extinguen incendios, o a los guardias civiles por trabajar sólo cuando ponen multas o detienen a delincuentes.

La enseñanza debería ser una profesión muy gratificante. Hay pocos trabajos que puedan dar más satisfacciones que transmitir conocimientos, aptitudes y valores a los jóvenes, comprobar con los años que hemos influido positivamente en cientos de personas. Esperemos que, a fuerza de desprestigiarla, no acaben por destruirla. Sería una tragedia de consecuencias incalculables.

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