NO hay nada más peligroso para los políticos fulleros que una ciudadanía capaz de recordar y dispuesta a ver. Desde hace meses, quienes hacemos con cierta frecuencia el trayecto ferroviario entre Jerez y Cádiz ya tenemos la certeza de que las obras que en él se están realizando no van permitir la llegada del AVE a la capital gaditana. El ancho de vía no engaña. Como tampoco engaña el hecho mismo de que los trenes habitules -que utilizan el ancho ibérico, incompatible con el del AVE- están circulando hoy, sin la menor dificultad, por tramos finalizados de la nueva línea.

Poco o nada queda del propósito (recogido en el Plan de Infraestructura de Transporte 2000-2007, PIT, elaborado por el Gobierno de Aznar) de hacer llegar la Alta Velocidad a todas las capitales andaluzas. El Plan Estratégico de Infraestructura y Transporte 2005-2020 (PEIT), que por la voluntad de la ministra Álvarez modifica al anterior, establece un proyecto para Andalucía radicalmente distinto: se eliminan de un plumazo las líneas AVE y se sustituyen por líneas mixtas de viajeros y de mercancías, en las que funcionarán unos trenes que pasan a denominarse de Altas Prestaciones. El nombre es lo de menos. Lo de más es que se conservan el ancho ibérico y la circulación por la misma rodadura de múltiples enlaces que, naturalmente, van a aumentar los tiempos de recorrido y a disminuir drásticamente la ambición de objetivos, la utilidad y la funcionalidad del mapa ferroviario resultante.

Se está consumando -lo ha escrito Pedro de Tena en Libertad Digital- el desvarío y la injusticia de una Andalucía de dos velocidades: las únicas líneas AVE previstas para nuestra comunidad por el actual Ministerio de Fomento son las de Sevilla y Málaga, a las que se añadirán las conexiones futuras, desde Málaga, con Sevilla, Granada y Algeciras. Las demás capitales andaluzas (Almería, Cádiz, Huelva y Jaén) sólo contarán con Trenes de Altas Prestaciones (en ancho ibérico y compartiendo la vía con la totalidad del tráfico) que las acercarán a las cabeceras AVE reseñadas.

Uno, que está harto de oír jurar y perjurar a sus gobernantes, estatales y autonómicos, justamente lo contrario, tiene que preguntarse cómo, ante la claridad de semejante evidencia pública y publicada, permitimos los agraviados que nos sigan tomando tan desvergonzadamente el pelo. ¿Dejaremos, una vez más, que nos engañen? Pues miren, me temo que sí. Porque -bien lo saben los timadores- el timo jamás es posible si la mansa colaboración de los estafados. Y ésa, la puñetera colaboración, aquí, en Andalucía, en el paraíso del olvido y de la ceguera, parece absolutamente garantizada.

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