Al sur del sur

Javier Chaparro

jchaparro@grupojoly.com

La respuesta al terrorismo

Los yihadistas tan solo podrán ser eliminados batallando sobre el terreno, tanto aquí como en Siria o Irak

Seamos sinceros y reconozcamos que los atentados yihadistas de la semana pasada en Barcelona y Cambrils justificaban ayer de sobra una asistencia más nutrida a la concentración celebrada en la Plaza Alta de Algeciras, aunque debemos dar por bueno al menos el gesto y la presencia en el acto de representantes de la comunidad musulmana y de algunas autoridades locales, junto con miembros de varios partidos, pese a la ausencia de una convocatoria oficial. A bote pronto podríamos concluir que lo ocurrido no es sino el reflejo de cierta inacción colectiva ante un problema que aún consideramos extrañamente ajeno o de la ausencia de una conciencia colectiva en una ciudad que dista de la integración social, pese a que la cifra de ciudadanos marroquíes roce ya las 10.000 personas. Sin duda alguna merece la pena trabajar por la creación de espacios de encuentro para acabar con las miradas oblicuas y evitar toda coartada a los descerebrados de cualquier signo, eso sí, sin ponernos objetivos inalcanzables. De la misma forma que servidor nunca estuvo tentado de acudir a un campamento de verano de la Joven Guardia Roja o de los Guerrilleros de Cristo Rey, nadie podrá pedir a un musulmán que se impregne del olor a incienso o a un cristiano que practique el ayuno del Ramadán. Vayamos paso a paso, con un orden de prioridades y con objetivos al alcance de la mano. El problema a resolver de manera urgente es acabar con el terrorismo. De la misma forma que la derrota de ETA se produjo gracias a la lucha policial y no al diálogo con los terroristas, los yihadistas tan solo podrán ser eliminados batallando contra ellos sobre el terreno, tanto aquí como en Siria o Irak.

En Algeciras y, por extensión, en el conjunto de la comarca, distamos mucho de haber logrado un conocimiento mutuo y respectivo sobre las realidades de dos modelos sociales tan divergentes como el occidental y el musulmán. Y esa laguna de información respecto al otro deja espacio a la especulación y la sospecha. Cada verano, el cónsul de Marruecos ofrece a las autoridades locales una recepción oficial, pero más allá de ella apenas si se dan en el resto del calendario oportunidades para profundizar en las relaciones bilaterales pese a que nuestros pueblos están unidos por las aguas del Estrecho. Y argumentos no faltan, por ejemplo, en el ámbito de la cultura o la comunicación. Es obvio que nada de eso evitaría el atentado de un lobo solitario demente, como el cordobés hijo de la Tomasa cuyo rostro aniñado han visto ya en todo el mundo, pero a largo plazo sí contribuiría a que no se generen caldos de cultivo en favor de los extremistas y a asumir la solución del problema como un objetivo compartido.

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