La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

La primera mentira que cae

Una realidad que se ha ignorado adelanta su venganza: tras la secesión Cataluña se quedaría fuera de la UE y del euro

No ha sido necesario que la independencia sea un hecho consumado para evidenciar que sería un mal negocio. Algo que ningún catalán puede aceptar. Hasta ahí podríamos llegar. Mientras los separatistas insurrectos discuten si proclamar la independencia inmediata o a plazos y que salga el sol por Antequera, el bolsillo ha empezado a dictar su ley inconmovible: con las cosas de comer no se juega.

La fuga del segundo y el cuarto banco de España, Catalana Occidente y otras empresas relevantes que se disponen a salir de Cataluña aun antes de que la secesión se haya impuesto destroza uno de los mantras más pertinaces y frívolos que han jalonado todo el procès; a saber: que la Cataluña independiente será más rica y próspera que la actual. Porque se podrá quedar con todo lo que ahora España le roba y porque el Estado catalán desplegará sus auténticas potencialidades como miembro puntero de la Unión Europea.

Ha sido una de las diez mentiras más repetidas y devastadoras -ha devastado la sensatez y la inteligencia de cientos de miles de catalanes- de Puigdemont y Junqueras. No se han cansado de engañar a su gente con la cantinela de que la nueva Cataluña escindida conseguirá, por importancia y por PIB, su pertenencia a la UE desde el minuto uno. Pero la realidad se impone y se venga de quienes la ignoran: si se van salen de la UE y de la Eurozona. Como se está vengando del montaje de los golpistas sobre la presunta brutalidad policial para apelar a la mediación internacional entre ellos y el Estado democrático.

Con su retirada, Sabadell y La Caixa demuestran su alarma ante la retirada de depósitos que ya están sufriendo en el resto de España, pero sobre todo revelan el miedo ante lo que se avecina. Es sencillo de entender. Fuera del euro, cualquier banco se queda sin fondo de garantía para los ahorros de sus clientes -y al final, sin clientes- y sin acceso a la liquidez que proporciona el Banco Central Europeo. Por otra parte, se dispararían los intereses de la deuda pública catalana, que ya está calificada como bono basura, sin la cual la Generalitat no puede ni pagar las nóminas de sus funcionarios. Ningún catalán normal admite que eso sea bueno. Sólo los de la CUP lo consideran un triunfo del procès sobre el rapaz capitalismo financiero.

Rogelio Velasco lo demostraba en estas páginas: la independencia igualaría a la economía de Cataluña con la de Finlandia.

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