Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

Contra el poder

Con los periodistas críticos el jefe de Podemos guarda similitudes con alguien a quien detesta: Trump

Contra el poder, sea el que sea, en sus múltiples facetas, expresiones diversas y variadas versiones, hay que ir a hierro. Me refiero a la crítica, allá quien opte por la quema de contenedores y la rotura de lunas en la creencia de que eso hace mella en los poderosos. En fin, ya sabemos cómo están algunas cabezas.

Es que si por las razones que sean te ves metido en esto de una columna no tiene mucha gracia que presentes a Susana Díaz como Superwoman -que hay quien la ve así, incluso en 3D- o cantes, al modo de aquel castizo estribillo con Iríbar como protagonista, "Mariano, Mariano (Rajoy, claro, qué otro si no), Mariano es cojonudo, como Mariano no hay ninguno". No hay mérito, como tampoco lo hay porque no entraña dificultad ni te crea problemas en glosar las hazañas de los ídolos Messi y Cristiano. Para eso trae más cuenta montar una fábrica de jabón o quemar incienso. Y emprenderla contra gitanos rumanos que hurgan en la basura o negros que venden pañuelos en los semáforos es para que esos artículos costumbristas acaben en el estercolero y no en la hemeroteca.

Esto de recibir pomada es lo que demanda Podemos a la prensa. Cariñitos. Mimos. Iglesias, que hace de la vehemencia y de la agresividad señas de identidad de su estilo -muy legítimo por otra parte-, rayano en ocasiones en la violencia verbal, reclama ternura a los plumillas. No quiere críticas. Algunos sostienen que, con la prostitución, el periodismo es el otro oficio más antiguo del mundo. Pero no estamos para más felaciones, que andamos ya muy escocidos. El jefe de Podemos -con una cúpula del partido cortada y confeccionada a la medida de su encumbramiento-, incurre así y otra vez en una obviedad que, sin embargo, hay que volver a decir para que no se olvide: el poder -incluso el de la prensa estilo Murdoch o la del reportero Chuck Tatum de El gran carnaval- envanece, ciega, engorda y vuelve estúpidos a quienes deciden atiborrarse de él sin miedo al empacho, tal es su glotonería. Respecto a la prensa que le es crítica o adversa -que también goza Iglesias, como el resto de políticos, de esa otra que le baila el agua- el jefe de Podemos guarda similitudes con alguien a quien detesta: Trump.

Es muy antiguo. Ya se lo dijo Dionisio Ridruejo a Antonio Tovar en una carta escrita desde su destierro en Ronda en abril de 1943: "En un año más quizás me haya entontecido del todo. Claro que entonces tendría uno el riesgo de subir al poder".

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