Le pregunté una vez, hace algunos años, a un alto cargo de las Fuerzas de Seguridad del Estado en el Campo de Gibraltar, cómo siendo la comarca un paso geográficamente clásico para el narcotráfico, con lo que ello conlleva, se podía vivir aquí relativamente tranquilo. Podríamos decir que comparado con ciudades como Marsella o Nápoles, nosotros disfrutábamos de la tranquilidad de un balneario. Después de pensarlo un momento, me contestó que él sostenía la teoría del perro y la pulga. El perro era la sociedad civil, las personas que tienen un trabajo más o menos estable, pagan sus impuestos puntualmente, educan a sus hijos y colaboran con sus vecinos. Las pulgas forman parte del narcotráfico, esa gran industria por el dinero que maneja que no forma parte de la AGI, pero que condiciona la realidad moral y económica de nuestra zona. Las pulgas deben hacer su trabajo, sin molestar en exceso al perro que parasitan, pues lo necesitan para camuflarse en él. Aunque las diferentes especies de pulgas luchen entre sí constantemente, deben hacerlo con el menor ruido posible, no vaya a ser que el perro se moleste y al dueño le de por desparasitarlo. A fin de cuentas entre bomberos, no nos pisemos la manguera.

El perro por no meterse en jaleo, ha decidido mirar para otro lado. Nos hemos acostumbrado a ese vecino que se enriquece súbitamente sin que le haya tocado la bono loto, a esa señora de apariencia humilde que se saca de la pechera el fajo de billetes, al conocido que desaparece una larga temporada y nos dicen que está de vacaciones y a que nos respondan cuando preguntamos por la profesión de alguno: Se busca la vida…..No nos sorprende, el goteo diario de noticias de alijos incautados, persecuciones en la mar o barreras en el Guadarranque, sin más adobo que el número de toneladas requisadas en lo que va de año, o el valor de la droga en el mercado negro. Es incansable y digna de agradecimiento la lucha de las fuerzas del estado, pero la realidad es que las pulgas están más agitadas últimamente. Tiroteos, ajustes de cuentas violentos y atropellos en controles, alarman a la ciudadanía. Este perro ya está bastante harto de la falta de autovía hacia Cádiz, la infame vía de tren hacia Madrid y las carencias educativas y sanitarias de la comarca. ¿Vamos a tener también que salir a la calle con chaleco anti-balas?

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