Luz y Taquígrafos

Miguel Alberto Díaz

El paro

INDEPENDIENTEMENTE del nombre con el que se quiera catalogar la situación económica que se está viviendo (crisis, desaceleración, estancamiento económico, etc., etc., etc.) lo que sí queda patente es la difícil etapa en la que España y el Mundo se encuentran inmersos.

Y es que poca gente reconoce los efectos perversos que un Mundo globalizado en lo político y en lo financiero tiene sobre las economías y los ciudadanos.

Personalmente, viví en primera línea durante 30 años períodos de crisis de gran intensidad y siempre aprendí una moraleja que ya venía del franquismo y es que en los tiempos de bonanza todos son protagonistas, sobre todo los que se llevan los grandes beneficios. Pero también aprendí que en los tiempos difíciles los que pagan el pato son siempre las clases populares.

El petróleo que no para de subir, las hipotecas de alto riesgo, la crisis alimentaria, los especuladores, la banca que siempre gana, y así un cúmulo de despropósitos que tiene como última consecuencia vaciar el bolsillo de la sociedad.

Y, en esto, los datos del paro, porque como decía, el capital siempre alivia y cuadra sus cuentas de resultados sobre las espaldas de los trabajadores y las trabajadoras.

Es imposible mantener mes tras mes el incremento del desempleo, porque responsabilidades tienen los que gobiernan pero no es menos cierto que algo de culpa tendrán los que mes tras mes siguen incrementando los beneficios.

Pero mi experiencia me dice que es momento de que todos arrimemos el hombro con propuestas que hagan posible crear un tejido productivo que no sea tan frágil como el que hemos tenido, invirtiendo desde lo privado y lo público todo lo posible y más para crear empresas competitivas en lo tecnológico y en sectores como el industrial, que aguanta mucho más las inclemencias que provoca la crisis.

En esto, también y más que nunca, tiene que fortalecerse el diálogo social como único escenario válido para que no seamos los de siempre los que la paguemos.

El Gobierno tiene que ser más receptivo a las críticas y a las propuestas que, con carácter constructivo, se puedan hacer para fortalecer, para fortalecernos, ante este maremoto económico de consecuencias todavía imprevisibles.

Y, hablando del paro, pido la mayor de las sensibilidades porque, más allá de las siempre frías estadísticas, existen familias con una situación insoportable y que ven nublada cualquier posibilidad de futuro.

Por tanto, pido a todos y a todas, amigo lector, que saquemos nuestra inteligencia y nuestro compromiso para salir de esta situación.

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