Tres opciones de vacío

Patxi prestaría un gran servicio a su partido retirándose y quedaría como un señor en la reserva

No deja de ser curioso que del candidato del que cabía esperar menos afloren las pocas ideas que surgieron en el debate del día de San Isidro Labrador para las primarias del PSOE. Ganará Susana Díaz, pero eso no quiere decir que sea lo más sensato. Lo es en el actual panorama, eso sí, pero no en un imaginario de mínimos al que ninguno de los candidatos se acerca. Ver lo que nos puede ofrecer el gran partido que está dejando de ser, el PSOE, resulta deprimente. Pedro Sánchez te sume en tal estado que has de abandonar enseguida la hipótesis si quieres evitar una crisis inmaterial irreversible. No tengo edad para sobresaltos semejantes. Patxi López, asumiendo el papel que le han dictado las circunstancias, se ha comportado como un árbitro conciliador que no puede ganar el encuentro ni optar en abierto por uno de los equipos.

El panorama que se vislumbra, una vez que la militancia se decante, aunque sea a regañadientes, por Susana, es desolador. Lo que pulula alrededor de Sánchez es el resentimiento y el radicalismo nostálgico de un tiempo que debiera haber sido superado. Todo ello enriquecido por el malestar de una sociedad ignorada por las grandes cifras, cuya clase política dominante no es capaz de percibir la precariedad en la que viven muchas familias y las necesidades extremas de quienes no tienen lo básicamente necesario para sobrevivir dignamente. Pero Sánchez es la ruptura, el prefacio de la destrucción que ya está operando en la socialdemocracia europea.

Con Susana Díaz tal vez el PSOE encoja y quizás se produzca una escisión enganchada al egocentrismo y la ambición enfermiza de Sánchez, pero habrá partido. La lideresa tiene un buen contingente de personal que la sigue, que la sitúa en su casa del Tardón, que la siente comprando en el supermercado del barrio, que se la imagina saliendo de la panadería de su calle y que la siente próxima, identificada con las carencias de la gente sencilla. Es una imagen fachada, pero funciona. Y esa imagen sólo ella puede darla.

No es ni lejanamente probable que con Susana Díaz, el PSOE llegue a gobernar, pero sobrevivirá, que no es poco, en este valle de lágrimas. Patxi haría bien retirándose a última hora y vertiendo sobre la lideresa las intenciones de sus pocos seguidores. Con ello prestaría un gran servicio a su partido y quedaría como un señor en la reserva, en la confortable reserva en que su formación lo ha colocado de por vida.

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