La ciudad y los días

Carlos Colón

El mayor daño posible

EL plan era simple: cuatro suicidas se harían estallar en el intercambiador de transportes de la plaza de Cataluña, concretamente en los andenes de la línea 3 y en varios trenes de Cercanías, "para causar el mayor daño posible". Cuando el falso suicida, el espía infiltrado entre los terroristas, preguntó a uno de sus compañeros de martirio por qué el objetivo era el Metro, le contestó: "Porque los servicios de urgencia no pueden llegar. Nuestra preferencia son los transportes públicos, especialmente el Metro".

Efectivamente, se trataba era de hacer el mayor daño posible. ¿A quién? A España y a Barcelona, asesinando a cuantos en ese momento utilizaran el Metro y los trenes de Cercanías. ¿Por qué? En primer lugar, para desfogar su odio contra Occidente y su cultura (ya sea judeocristiana o atea, progresista o conservadora, ilustrada o consumista). Pero quizás también, según fuentes de la investigación, porque Amir Baitulá Mehsud, líder de los talibanes en Waziristán vinculado a Al Qaeda, ha prometido expulsar toda presencia militar occidental de Afganistán, y allí hay tropas españolas. Hay que tomarse en serio a este individuo al que obedecen 20.000 fanáticos y que, como ha subrayado un especialista en terrorismo islamista, "actualmente es más peligroso que Osama ben Laden porque dispone de muchos voluntarios suicidas". Pero tomárselo en serio no quiere decir ceder ante él.

En una entrevista concedida a El Cultural en septiembre de 2005 con motivo de la presentación de su novela Sábado, que trata de las consecuencias del 11-S, Ian McEwan, cuya obra Expiación triunfa en nuestras pantallas, dijo: "Creo que fue lamentable que después de los atentados de Madrid el Gobierno anunciase la retirada de las tropas de Iraq. Deberían haber dejado pasar algo más de tiempo. Creo que es posiblemente la primera vez que Al Qaeda gana unas elecciones en Europa y hace cambiar la política exterior de un Gobierno. Fue una señal poco esperanzadora. Sé que en cualquier caso era la política del nuevo Gobierno, pero el momento no fue el oportuno".

Estoy de acuerdo con él. La intervención en Iraq fue un error que provocó un horror que aún hoy dura, ha desestabilizado aún más la situación internacional y fortalecido el terrorismo islamista. Entrar en ella fue el peor error que cometió el PP. El momento escogido para salir de ella fue un grave error del PSOE. Y la diatriba posterior entre ambos sobre el 11-M, una peligrosa vergüenza. Pero no una sorpresa: quienes no son capaces de unirse frente al viejo enemigo etarra, difícilmente sabrán reaccionar ante esta nueva amenaza.

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