La esfera armilar

Alberto P. de Vargas

Para marear la perdiz

POR más que de un lado a otro del espectro político se empeñen en barrer para los adentros, la verdad es que la situación económica amenaza gravemente el bienestar de los españoles. La oposición acude a este hecho incuestionable para erosionar al Gobierno, pero lo hace recurriendo a la razón. Desde luego hoy no puede separarse la economía española de las circunstancias que afectan a su entorno geopolítico y eso disminuye la responsabilidad de sus administradores, pero no debemos dejarnos engañar por los artilugios diseñados para hacernos creer que aquí no pasa nada. Pasa mucho y tánto pasa que incluso empresas que no cito porque debo guardar las formas, de esas que tenemos por sólidamente establecidas, están atravesando el peor momento de su historia temiendo que los acontecimientos desborden sus capacidades de defensa. La cosa es muy seria y las evidencias irán siendo cada día más ostensibles. Las sociedades modernas tienen una economía altamente dependiente del consumo, he ahí la clave de la supervivencia de sus mecanismos ordinarios. Es necesario crear necesidades para que la disposición a satisfacerlas genere una dinámica consumista y anime la competencia y el mercado. Pero para que una sociedad sustentada en un proceso de producción de bienes prescindibles, mantenga el nivel de bienestar alcanzado, los consumidores han de poseer una capacidad adquisitiva más allá de las exigencias de los productos básicos y es esa capacidad la que está debilitándose rápidamente.

Por otra parte, los españoles adoramos la propiedad privada y nos sentimos mejor cuando tenemos algo manifiestamente nuestro. Preferimos ser propietarios a inquilinos, estar en condiciones de poder invitar o agasajar a depender de que otros nos inviten o agasajen. Quizás sea por eso que en este momento tan delicado, el poder establecido trate de distraer a los electores con asuntos que nada tienen que ver con la economía. Preocupantes como el terrorismo o secundarios como la falsa polémica artificialmente construida con la Conferencia Episcopal, basada en un documento impecable que muy pocos deben de haber leído, con un contenido moralmente irreprochable. Los andaluces, muy dados a la autocomplacencia, estamos bien dispuestos a seguir como estamos, manteniendo a una oligarquía que se eterniza en el poder a pesar de que nos tiene a la cola de todo lo bueno y en primera línea de todo lo malo. Naturalmente que ello no se debe sólo a nuestros administradores sino que es consecuente con nuestra actitud y comportamiento. En todo caso no deja de ser interesante observar la resistencia al cambio que provoca la nula capacidad que tenemos para asumir los riesgos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios