Palabra en el tiempo

Alejandro V. García

A mano izquierda

EN apariencia el PSOE se dispone a debatir en su congreso una serie de enmiendas que suponen un paso a la izquierda. Pero ¿cómo se emboca la izquierda en una sociedad donde mandan las corporaciones bancarias, el desempleo se incrementa sin desatar protestas, los cierres patronales han sustituido a las huelgas, la comunidad europea ha aprobado la ampliación del horario laboral a las 60 horas semanales y, paradoja de paradojas, las petroleras reclaman ayudas a la Administración como condición necesaria para incrementar la reservas y así ¡abaratar el precio de los carburantes!?

El asunto es arduo. Los teóricos del siglo XIX nos enseñaron que los proyectos de cambio social suponen un transformación de las relaciones económicas y, por extensión, todo movimiento a la izquierda tendría que suponer siquiera una vibración en el sistema de control de la riqueza. ¿Se puede emprender un giro a la izquierda manteniendo, e incluso acrecentado, las estructuras financieras y los privilegios adquiridos? Los socialdemócratas creen que sí: mediante reformas sociales que evocan reivindicaciones de la izquierda del siglo pasado. El PSOE se apresta a ventilar en su congreso, por ejemplo, la regulación legal de la eutanasia, la promulgación de una ley de plazos para el aborto y la revisión de los acuerdos con la Iglesia, que es la institución que administra la vida eterna. La alegría de la huerta, vamos.

Es posible que las tres iniciativas sean necesarias y respondan a una demanda social, pero ¿definen realmente las inquietudes de la izquierda en el siglo XXI? Es verdad que la derecha política jamás abordaría desde el Gobierno tales iniciativas, pero me temo que en una situación económica tan angustiosa como la actual sirve de poco consuelo vivir en un país donde nos podemos morir a conciencia, las mujeres pueden abortar sin mayores complicaciones y la Iglesia ha perdido sus privilegios económicos aunque en absoluto su capacidad de influencia para prescribir todos los ritos que nos acompañan desde la concepción al entierro.

Además, surgen contradicciones. Cuesta trabajo vincular la posible (y justa) concesión del voto a 1,3 millones de inmigrantes (a saber a quién beneficiará la ampliación del censo) con la firma por parte de España de la espeluznante directiva de retorno que no sólo amplía el plazo de detención de los inmigrantes a 18 meses sino que permite la expulsión de los menores a "países de tránsito" cuando en el de origen no se den las condiciones de acogimiento adecuadas. ¿Ha abierto Europa las puertas a la deportación? ¿De qué izquierda hablamos? ¿Cuántas manos derechas tiene una persona?

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