La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

El machismo se incuba pronto

Como los incendios forestales, la violencia machista debe apagarse preventivamente: se incuba en edades tempranas

Ya lo habían detectado otros informes y denunciado sociólogos, educadores y activistas. Ahora el barómetro 2017 de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción lo confirma con datos: la violencia de género no se percibe como problema por un sector nada despreciable de las nuevas generaciones. Se banaliza y normaliza. Una pésima noticia.

Novecientas mujeres han sido asesinadas en España por sus parejas o ex parejas en los últimos quince años, pero el 21% de los españoles de entre 15 y 29 años piensan que la violencia machista es un asunto que "está politizado" y "se exagera mucho". Vamos hacia atrás. Pensábamos que el maltrato a la mujer era propiciado por una sociedad atrasada, de escaso nivel cultural y arraigadas tradiciones, y nos encontramos con que el cambio de mentalidad que trae el desarrollo no es irreversible. Que la toma de conciencia de la sociedad sobre la injusticia radical de la violencia de género y la no menos radical igualdad de hombres y mujeres tiene retrocesos. Que los avances registrados no son para siempre, salvo que se cuiden y profundicen.

Eso es lo realmente grave. Porque los jóvenes que así se manifiestan no es que defiendan las agresiones físicas a la mujer, pero sí quitan importancia a otro tipo de agresiones que no son explícitamente violentas, como el control de las amistades o el modo de vestir de la pareja, la vigilancia del móvil y los celos (todavía un tercio de los españoles cree que los celos son una prueba de amor; de amor propio, supongo), pero son muchas veces el germen de la coacción física y la paliza. Sencillamente, esta minoría ve normal algo que no lo es.

Eso quiere decir que ni la prolija legislación contra la violencia de género, ni su aplicación por el aparato policial y judicial -con medios materiales e instrumentos que siendo suficientes siempre resultarán escasos, aunque parezca paradójico- ni la presión social contra los violentos han supuesto una vacuna definitiva para esta lacra que, quizás por responder a modelos de convivencia ancestrales y asentarse en siglos de dominación, no somos capaces de erradicar.

Se dice que los incendios forestales se apagan en invierno (preparando los bosques antes de los calores del verano). La violencia machista debe apagarse del mismo modo. Preventivamente. Hay que educar y concienciar hoy a los adolescentes y jóvenes que banalizan la violencia machista. Para no lamentarlo mañana.

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