Crónica Personal

El llanto de Esperanza

En política, un colaborador desleal, ineficaz o corrupto, puede acabar con la carrera del que le dio la oportunidad

Al final de su declaración ante el juez, Esperanza Aguirre rompió a llorar. Siempre ha tenido fama de mujer dura, con muchas conchas que la blindaban sentimentalmente, drástica en sus decisiones y a la que no temblaba el pulso a la hora de sortear situaciones difíciles. Sin embargo, rompió a llorar, aparentemente por la decepción que le producían las presuntas fechorías de su principal colaborador y uno de sus mejores amigos. Pero es seguro que le ha afectado también, profundamente, su propia situación personal y política.

Desde la detención de Ignacio González todos los ojos han estado fijos en la ex presidente del Gobierno madrileño, la mujer que aspiraba a ser presidenta del gobierno de España y alcaldesa de Madrid. Reaccionó con elegancia al no conseguir ninguno de los dos cargos y se ha conformado con ser concejal. Ya se sabe que las figuras se apuntan al todo o a nada. Si no ganan unas elecciones prefieren dimitir antes que ocupar un puesto que consideran inferior al que creer merecer. No fue el caso de Esperanza Aguirre. Pero ante el cúmulo de noticias pésimas relacionadas con su principal colaborador en el Gobierno madrileño, su detención, y la indudable incertidumbre sobre su propio futuro, se dejó llevar por el llanto.

En política, un colaborador desleal, ineficaz o corrupto, puede acabar con la carrera del superior que le dio la oportunidad. De la misma manera que el delito cometido por cualquier persona mancha a sus familiares más cercanos y emborronan su apellido. A los familiares no se les elige, pero sí a los colaboradores, y por tanto alguna responsabilidad de sus errores o malos pasos tienen quienes los han promovido.

Lloraba Esperanza Aguirre por el amigo detenido, probablemente sentía una mezcla de decepción, pena y angustia, pero independientemente de lo que dictaminen los jueces cuando tengan a bien dictaminar -pueden considerar culpable a Ignacio González o archivar el caso por falta de pruebas de comisión de delito- la ex presidente madrileña tendría que haber sido más prudente cuando le promocionó sin hacer caso a la rumorología que apuntaba que en el Canal de Isabel II corría el dinero a manos llenas y la mayoría de sus altos cargos, incluido González, llevaban un nivel de vida que no se correspondía con sus salarios.

Le faltó a Esperanza la prudencia de Rajoy. El presidente del PP se negó a que González fuera candidato a la presidencia del gobierno madrileño y eligió a Cristina Cifuentes. Por algo sería.

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