Falsificar un currículum es patético, se trata de mentir para ocultar una mediocridad reconocida; lo han hecho muchos políticos, pero la trama en la que anda metida Cristina Cifuentes ha falsificado demasiados documentos. La cloaca del PP madrileño está para que la intervengan, mediante 155 o con gestora, pero Mariano Rajoy se va a tomar su tiempo, necesita resolver otro de los asuntos que no ha querido atajar durante estos años: se llama María Dolores de Cospedal, es la inexistente secretaria general del PP. A cualquiera que haya ido a los congresos y convenciones populares le habrá llamado la atención el no papel de la ministra de Defensa en estos concilios. Fernando Martínez Maíllo es de facto el número dos del partido, despacha directamente con el presidente y tiene a su cargo a tres vicesecretarios generales. Rajoy no se ha atrevido a romper este equilibrio, aunque el engranaje el fiel de la balanza chirría. "Para qué cambiar lo que funciona bien", se preguntó Rajoy en Madrid hace ahora un año y medio. Pues ya no funciona, presidente. Es Cospedal quien sostiene a Cifuentes, quien ha llamado a defender "a los nuestros" mediante un ataque a la fuente periodística y a todos esos políticos ridículos que también han mentido. Los populares tenían anteayer un problema de corrupción, ahora tienen también un "lío" interno.

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