Para qué la libertad

No me siento inclinado a creer que la libertad de expresión suponga la libre transgresión de las leyes

En no pocas ocasiones, algunos voceros -no se me ocurre calificativo más ajustado a su proceder- de la libertad de expresión, han adoptado el rol de inquisidores de quienes, precisamente acudiendo a la práctica del concepto, han opinado peligrosamente para sus intereses. Y es que la libertad, como la caridad, empieza por uno mismo; por aguantar y defenderse en buena lid. Yo, que voy de liberal y me lo tomo en serio, entiendo que la libertad de expresión tiene claras limitaciones.

En mis actuaciones y manifestaciones, no debo ofender a mis semejantes despreciando sus creencias religiosas o sus principios morales y espirituales, ni atentando contra su dignidad o de modo que pueda coartar su libertad. Los que escribimos en los periódicos o nos expresamos con frecuencia en estrados y lugares públicos, sabemos bien de esos sujetos que van de boquilla por los parajes donde habita la progresía. Se muestran como verdaderos adalides de la libertad de expresión, mientras recurren a toda clase de artimañas para evitar que sigamos siendo dueños de nuestros discursos.

Un buen ambiente para referirse al concepto de libertad de expresión es el del arte, hoy muy de actualidad con la celebración en Madrid, de ARCO, la feria de arte por excelencia. De ella fue retirado ayer mismo y de momento -no doy por acabado el asunto-, un mural titulado "Presos políticos en la España contemporánea" del autor madrileño Santiago Sierra, adicto a la provocación. La intuición del lector habrá percibido que en el mural se alude a delincuentes que habiendo delinquido contra la Constitución -Oriol Junqueras está entre los aludidos- son interpretados por el artista como "presos políticos". No me siento inclinado a creer que la libertad de expresión suponga la libre transgresión de las leyes.

Algún notable de estos pagos, se ha referido a la libertad de ese muchacho condenado por un juzgado de Jaén, por colgar en Instagram un fotomontaje que sustituye por el suyo, el rostro del Cristo de la Amargura (conocido por "El Despojado"), que sale en procesión en la Semana Santa jienense. No creo yo que la falta de respeto que tal ocurrencia supone para muchísimas personas, devotas de esa popularísima imagen, tenga que ser consecuencia de la libertad de alguien. No tiene sentido que la libertad de un individuo sea esgrimida para justificar la ofensa gratuita o cualquier iniciativa que incomode a los sentimientos de las personas.

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