Como hay que ir

El regidor se encorbató para recibir a Felipe y se encontró con que éste iba en mangas de camisa

Alguien, avezado en esos menesteres de protocolo, me dijo en una ocasión que la elegancia es en gran parte no hacerse notar, no llamar la atención; y de hacerlo, que tal sea para producir un efecto de admiración positiva. Ir en bañador puede ser elegante en una playa, pero no en un concierto sinfónico; por bien que luzca el sujeto. Se tiene por asumido que la elegancia es cosa de derechas, pero abundan las evidencias de que no es así. Bien es verdad que la vieja progresía, los descamisados de la Transición y la "izquierda divina" de los años sesenta, hacían lo posible por mostrar lo peor de su mal gusto en el vestir y el proceder; era como un signo de distinción. Todo cambió cuando, en un alarde de transformación de la sociedad española, que asombró al mundo, la izquierda -ya casi socialdemócrata- alcanzó el poder. Casi veinte años hicieron falta para que la izquierda, el centro izquierda si se quiere, fuera adaptando su aspecto al de la burguesía. Las boutiques empezaron a llenarse de jóvenes de la nueva ola y la corbata recuperó su protagonismo. Ir en camisa o sin corbata y con el cuello abierto quedó para sindicalistas de clase, en cuyo ambiente, hay que reconocerlo, la corbata choca cantidad.

Recordaba estos pormenores a propósito de la visita de Felipe González Márquez a San Roque. El alcalde Ruiz Boix, en su natural deseo de ser lo que parece y mantener a su familia unida en el empleo y protegida por la sociedad del bienestar, no debe de saber muy bien qué ponerse en cada caso. Claro que el apretón de la festividad de la Virgen del Carmen seguido de la visita del histórico prócer, es para hacer perder los nervios al más templado y sumirlo en el más tenso de los stress. Y eso obviando que González entraba en el Juan Luis Galiardo en vísperas del 18 de julio, del que aunque sólo se mantenga la paga, ahí está resistiendo a los de la "memoria", que darían cualquier cosa por quitarlo del calendario.

El regidor sanroqueño se encorbató para recibir a Felipe y se encontró con que éste iba en mangas de camisa. Debía haber sido advertido, porque la verdad es que daba la misma impresión que un principal de UGT con corbata en una manifestación del 1 de mayo. ¡Con lo bien que se compuso el tipo para la procesión de la Virgen del Carmen! El alcalde debiera buscarse a alguien de mundo, confianza y saberes, que le susurrara al oído cómo ha de ir en cada caso. Para no pecar de pardillo.

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