Casi todos recordamos sucesos históricos que nos conmovieron y que son como hitos en nuestras vidas, acostumbradas a una rutina particular. Nos viene a la memoria, con facilidad, lo que estábamos haciendo cuando asesinaron a Kennedy, el intento de golpe de estado del 23-F, el atentado de las torres gemelas o el de los trenes de Atocha. Suelen ser circunstancias luctuosas, con una excepción: la llegada del hombre a la Luna. El 20 de julio de 1969, Neil Amstrong y Buzz Aldrin ponían el pié en su superficie. Sus primeras palabras fueron proféticas. Efectivamente la hazaña representaba un gran salto para la Humanidad.

Yuval Noah Harari, cuenta en su brillante libro Sapiens que en los meses previos a la expedición, los astronautas del Apolo 11, se entrenaron en un remoto desierto de aspecto lunar del oeste de Estados Unidos. Ese territorio era el hogar ancestral de varias comunidades indias. Un día, mientras el equipo descansaba de unos ejercicios, se les acercó un anciano indio y les preguntó qué estaban haciendo allí. Cuando le contaron la historia de lo que pretendían llevar a cabo, el indio les pidió que si podían hacerle un favor. La gente de su tribu creía que en la Luna vivían sus espíritus sagrados y ya que ellos iban a visitarla pronto, se preguntaba si podían llevar un mensaje de su parte. Asintieron los astronautas con perplejidad y entonces le largó algo en lenguaje tribal. Al preguntarle que significaba aquello, les dijo que no podía decírselo porque solo la tribu y los espíritus de la Luna lo podían conocer. Pidió que lo repitieran una y otra vez hasta que lo memorizaron.

De vuelta a Cabo Cañaveral buscaron si en el equipo había alguien que hablara el dialecto de aquella tribu, pero no lograron encontrarlo. Un día un guía de los visitantes que habitualmente acudían a conocer la NASA por dentro, halló a un nativo de la tribu. Lo puso en contacto con los astronautas que con gran júbilo le recitaron a coro lo que les había obligado a memorizar el viejo. Al tipo le dio un ataque de risa. Tras calmarse, los astronautas le preguntaron qué quería decir. El hombre les explicó que la frase que habían aprendido de memoria con tanto cuidado, decía: "No os creáis ni una palabra de lo que esta gente os diga. Han venido para robaros vuestras tierras". Cuando en estos días veo en la tele a Puigdemont, Junqueras, o a Ada Colau con ese peinado de monja de colegio concertado, que quieren que les diga….me acuerdo del indio.

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