Al sur del sur

Javier Chaparro

jchaparro@grupojoly.com

El futuro del PSOE

La cuestión ahora es saber hasta dónde está dispuesto a ceder Pedro Sánchez ante los nacionalistas y Podemos

Hace algunos años, mientras desayunaba en un ruidoso bar de carretera, miraba en la tele sin prestarle mucha cuenta uno de esos programas matinales en los que lo mismo les da por desgranar los detalles de un asesinato múltiple, que te venden un colchón o montan una tertulia política. De repente, un rótulo sobre fondo rojo: "Ha nacido una estrella". Y aparecieron imágenes de ella, sonriente y rodeada de la plana mayor socialista en un acto celebrado la noche anterior en Madrid. La conductora del programa hablaba de Susana Díaz como la gran promesa blanca del PSOE tras años de hastío y derrotas electorales ante un tipo aparentemente anodino de apellido Rajoy. Eran aquellos los primeros pasos fuera de Andalucía de un personaje que ha querido ser el gran referente de la izquierda española, emulando a su paisano y mentor Felipe González.

Los resultados de las primarias han dado al traste con el proyecto, su proyecto, de saltar a la escena nacional. El primer error de Díaz fue hacer a Pedro Sánchez secretario general, convencida de que podría controlarle como un pelele, pero sobre todo se equivocó al convertirle en un mártir y en permitir luego que resucitase poco a poco durante los ocho eternos meses en los que la gestora mantuvo al partido en la sala de espera. Los militantes socialistas han dicho que no necesitan ninguna salvaora, menos aún si venía acompañada de una colección de jarrones chinos que se han precipitado al vacío junto a ella.

Hay quienes vaticinan la ruptura o desaparición del PSOE al modo que lo hicieron formaciones análogas en Italia, Grecia o Francia. No lo creo posible tras la retirada a los cuarteles de Díaz, seguramente con carácter temporal, y porque la última encuesta del CIS -realizada en marzo pasado mientras las dagas volaban en la casa socialista- indica que el partido se mantiene como la segunda opción política favorita para los españoles, no tanto por méritos propios sino porque hay un enorme sector de la población que no comulga con el PP -tampoco con sus acólitos de Ciudadanos- y que tiene motivos sobrados para desconfiar del mesianismo podemita. Es una masa huérfana de votantes con conciencia de clase que espera una respuesta, llamémosla socialdemócrata, ante la creciente desigualdad social.

El gran reto inmediato del nuevo secretario general es consolidar su liderazgo en los próximos congresos del partido y, a partir de ahí, convencer a los sectores más moderados del centro-izquierda de que entre el triunfalismo económico del PP y la ruptura con la casta de Pablo Iglesias hay un espacio que lleva las siglas del PSOE. La cuestión ahora es saber quién es Pedro Sánchez y hasta dónde está dispuesto a ceder ante los nacionalistas y Podemos con tal de ser presidente del Gobierno.

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