Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

El fútbol, ese panal tan rico en miel

El encarcelamiento de Sandro Rosell y cómo se acorrala a las figuras, motivo de gran alarma

Sandro Rosell en la cárcel sin fianza, a Messi le ha pasado el talego rozando el palo y Hacienda afirma que Cristiano defraudó un pastizal, mientras que Rubén Castro hace ímprobos esfuerzos por demostrar que a esa especie de ursulina que lo denunció jamás le puso una mano encima. Paralelamente, las sospechas de partidos fraudulentos revolotea sobre la vertical de un puñado de choques que registraron un sospechoso volumen de apuestas.

El fútbol está así, a tono con el contexto generalizado del país, de todo un país que asiste estupefacto al berlanguiano espectáculo que ofrece hogaño. Ya sé que ya antes hubo episodios de este tenor, de los que aún colea un puñado, pero la entrada en el talego del ex presidente azulgrana ha conmocionado el panorama. Esa foto de Rosell, un ciudadano siempre exultante de haberse conocido, custodiado rumbo al trullo ha sido muy fuerte y ahora se explica mejor su dimisión.

El fútbol se ha convertido en un panal tan rico en miel que a él acude en tropel un personal variopinto y no siempre libre de toda sospecha. La corrupción no iba a ser terreno acotado para políticos, sino que se abre a todo ramo en el que el dinero abunda o fluye, que para el caso es lo mismo. Si ya Blatter y Platini, las más altas torres del edificio futbolístico, fueron abatidos por la Justicia, ahora parece empezar el baile a nivel doméstico y con Messi y Cristiano en el punto de mira.

Messi ha eludido la cárcel por unos meses, pero no está claro que Cristiano corra la misma suerte. Los técnicos de Hacienda son taxativos y la pena que auguran es muy posible que le acarree una buena temporada a la sombra. Necesita el fútbol y sus mandarines una limpieza por vía urgente, como necesita de forma imperiosa entrar a saco en el mundo de las apuestas. Desde que el mundo es mundo, cuando el dinero corre todos corren en pos de él sea como sea. O sea...

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