Crónica Personal

La fuerza del mensaje

Los medios de comunicación no viven su mejor momento, pero siguen ahí apostando por la información veraz

No es la fe la que mueve montañas, sino la comunicación. Un mensaje sólido, inteligentemente emitido, cuenta con una fuerza inconmensurable. Gran parte del éxito de la huelga del 8-M se ha debido al papel de los medios de comunicación. Que las mujeres periodistas tuvieran un papel activo desde días antes ha tenido mucho que ver, por no decir todo, con un paro que ha sobrepasado todo lo esperado. Fue clave la concienciación generalizada que produjeron esas denuncias emitidas con un gran sentido de la responsabilidad, del rigor, y sin caer en la demagogia en la que es tan fácil caer cuando se reivindican causas sociales.

Ha coincidido el 8-M con un nuevo barómetro del CIS sobre las cuestiones que más preocupan a los españoles. Lista que, como siempre desde hace años, encabeza el paro, seguido de la corrupción y de la clase política. En cambio se ha reducido considerablemente la inquietud por la situación de Cataluña. No porque haya bajado el nivel del espacio que ocupa en los medios de comunicación, sino por hartazgo. Hacia los personajes del independentismo, desde luego, y también porque los periodistas han caído en el error -esta vez sí- de creer que lo que para ellos tiene máxima relevancia, conocer hora a hora las peripecias de Puigdemont y sus adláteres, para la mayoría de los españoles es un caso que les afecta lo justo. No les interesan ya las propuestas de unos independentistas empecinados en una actitud inamovible. Piensan que más pronto o más tarde serán los tribunales los que tengan la última palabra. Y si no la tienen, ya se encargarán los partidos constitucionalistas de bloquear cualquier intento de hacer política al margen de la ley y las instituciones.

Es evidente que la tragedia del paro la conocen de forma directa millones de familias, como saben que hay más empleo pero en más duras condiciones que las anteriores a la crisis, pero es evidente también que en lo relacionado con la corrupción y la clase política, la denuncia sistemática de los medios ha abonado el terreno para que se hayan colado una vez más entre las mayores preocupaciones de los españoles. .

Los medios tradicionales de comunicación no viven su mejor momento, pero siguen ahí apostando por la información veraz. Y su esfuerzo no es baldío: lo prueba el éxito de la huelga de mujeres, y lo prueba que el CIS acierta cuando señala cuáles son los problemas que, de verdad, nos amargan la vida.

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