Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

Al filo de la tarjeta

¿Una copa? Una copa. ¿Una lumi? Una lumi. ¿Un tirito? Un tirito. La tarjeta se encarga. Ella puede con todo

Entra el directivo estresado con necesidad de desestresarse en el puticlub y consume y consuma y paga con la tarjeta que le ha sido adjudicada para que haga frente a "gastos de representación". La versatilidad de la tarjeta va más allá. Puede hacerlo. Si el ambiente lo propicia, lo cual no es de extrañar, aparte del bebercio y el fornicio está esa otra vía nasal con la que recuperarse y venirse arriba tras una dura jornada al pie del cañón: así que la tarjeta, fiel amiga, chica para todo, servicial con el adjudicatario -o con aquel a quien se la preste-, sirve también, ¿por qué no?, para cortar unas finas lonchas de farlopa con las que subir el tono, el espíritu y lo que sea, algo alicaído a esa hora de la noche, o de la tarde, momento crucial tan necesitado de estimulantes.

Es poderosa la tarjeta. Y su titular se siente fortalecido con ella en la cartera, y sobre todo cuando la exhibe entre los dedos. Aunque parezca una tarjeta de prestado está a su disposición. ¿Una copa? Una copa. ¿Una lumi? Una lumi. ¿Un tirito? Un tirito. La tarjeta se encarga. Ella puede con todo. Y mañana será otro día. Vuelta a las andadas. La rutina. Esa dirección general, tan sufrida con el desasosiego que provoca el riesgo de no afinar con esas subvenciones y que al final caigan en manos descarriadas. Y esa reunión del partido, un enjambre de avispas incendiadas; no, peor, un nido de víboras anfetamínicas. Sí, tanto esfuerzo, tanta abnegación... al final ha tenido su recompensa: de aquel liderazgo político aldeano y celular en el pueblo a la dirección general de una empresa pública o de una fundación.

¿Así que por qué no darme un homenaje? Nadie puede poner en duda mi fidelidad, siendo uña y carne con el partido toda la vida, desde tan joven. Me merecía el cargo. Me lo gané a pulso. Además, si lo hacen otros, ¿por qué yo no? Lo mío no es ningún lujo, miren los de Cajamadrid, el Rato y aquel que se suicidó y lo del Bárcenas y todos esos de los ERE y ahora la Cifuentes y los del PP de Madrid y en Cataluña la familia Pujol y muchos más, ya no me acuerdo, son tantos... Total, tan poco es para para ponerse así, lo que yo he hecho ha sido irme de putas una noche y pagar con la tarjeta que me habían pasado para mis gastos de representación. ¿Quién se iba a dar cuenta? Joder, unos euros más, unos euros menos. Es que son unos tiquimisquis.

-¡Niña, cóbrate!

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