Entra el directivo estresado con necesidad de desestresarse en el puticlub y consume y consuma y paga con la tarjeta que le ha sido adjudicada para que haga frente a "gastos de representación". La versatilidad de la tarjeta va más allá. Puede hacerlo. Si el ambiente lo propicia, lo cual no es de extrañar, aparte del bebercio y el fornicio está esa otra vía nasal con la que recuperarse y venirse arriba tras una dura jornada al pie del cañón: así que la tarjeta, fiel amiga, chica para todo, servicial con el adjudicatario -o con aquel a quien se la preste-, sirve también, ¿por qué no?, para cortar unas finas lonchas de farlopa con las que subir el tono, el espíritu y lo que sea, algo alicaído a esa hora de la noche, o de la tarde, momento crucial tan necesitado de estimulantes.
Es poderosa la tarjeta. Y su titular se siente fortalecido con ella en la cartera, y sobre todo cuando la exhibe entre los dedos. Aunque parezca una tarjeta de prestado está a su disposición. ¿Una copa? Una copa. ¿Una lumi? Una lumi. ¿Un tirito? Un tirito. La tarjeta se encarga. Ella puede con todo. Y mañana será otro día. Vuelta a las andadas. La rutina. Esa dirección general, tan sufrida con el desasosiego que provoca el riesgo de no afinar con esas subvenciones y que al final caigan en manos descarriadas. Y esa reunión del partido, un enjambre de avispas incendiadas; no, peor, un nido de víboras anfetamínicas. Sí, tanto esfuerzo, tanta abnegación... al final ha tenido su recompensa: de aquel liderazgo político aldeano y celular en el pueblo a la dirección general de una empresa pública o de una fundación.
¿Así que por qué no darme un homenaje? Nadie puede poner en duda mi fidelidad, siendo uña y carne con el partido toda la vida, desde tan joven. Me merecía el cargo. Me lo gané a pulso. Además, si lo hacen otros, ¿por qué yo no? Lo mío no es ningún lujo, miren los de Cajamadrid, el Rato y aquel que se suicidó y lo del Bárcenas y todos esos de los ERE y ahora la Cifuentes y los del PP de Madrid y en Cataluña la familia Pujol y muchos más, ya no me acuerdo, son tantos... Total, tan poco es para para ponerse así, lo que yo he hecho ha sido irme de putas una noche y pagar con la tarjeta que me habían pasado para mis gastos de representación. ¿Quién se iba a dar cuenta? Joder, unos euros más, unos euros menos. Es que son unos tiquimisquis.
-¡Niña, cóbrate!
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