Al sur del sur

Javier Chaparro

jchaparro@grupojoly.com

La estiba, punto y seguido

Las oportunidades para el acuerdo se agotan, el marco está definido y el reloj corre en contra de todos

Debe ser el síndrome de la Moncloa. Lo mismo te da por ningunear a un periodista de la BBC que trata de preguntarte en inglés -¡vamos, a quién se le ocurre!- que dar por sentado que el Congreso de los Diputados te va a aprobar todo aquello que presentes. Pues no. La votación del real decreto ley por el que el Gobierno pretendía reformar los servicios de estiba en los puertos españoles dejó en evidencia que el Ejecutivo no acaba de encajar su situación minoritaria en la Cámara Baja. PP y PNV solo lograron 142 votos, pero ni con el apoyo a favor de Ciudadanos -que tras muchas dudas, se abstuvo- habrían sacado la propuesta adelante. El rapapolvo para Rajoy fue de época ya que desde 1979 ningún Ejecutivo había visto cómo se devolvía a corrales un decreto ley.

El resultado de lo ocurrido en el Congreso no fue estéril: evitó el comienzo de una huelga de consecuencias catastróficas y situó el debate en su punto de partida, en la mesa de negociación de la que deberá salir un pacto conforme a lo marcado por el Tribunal de Justicia de la UE, con cláusulas que garanticen la libre competencia en los puertos y salvaguarden en la medida de lo posible los empleos, bien a través del propio decreto y/o de acuerdos laborales puerto a puerto. Sí, la cuadratura del círculo, pero no queda más remedio que dialogar para aproximarse a ella, bajar al terreno en lugar de verter gasolina con un mechero en la mano.

Es obvio que la estiba en España debe ser adaptada a la legislación europea para que deje de ser un servicio rehén, gane en competitividad y abarate sus costes, lo cual no significa que haya que rebajar sueldos, sino hacer un uso más racional de las plantillas de trabajadores, dando a las empresas portuarias autonomía y capacidad de decisión, sin imposiciones por parte de nadie que les marque quiénes deben trabajar y quiénes no, como lo atestigua la inaceptable y retrógrada marginación de las mujeres en el gremio. Tampoco podemos olvidar que si los estibadores son percibidos a nivel laboral como una casta privilegiada es porque han logrado esa posición al amparo de la legislación vigente y porque sus condiciones de trabajo en un sector en expansión respecto a la media del conjunto de los trabajadores -incluyendo a cirujanos, profesores, ingenieros y demás profesionales cualificados- son hoy mucho más ventajosas que las de ellos.

Los estibadores deben ser conscientes de que las oportunidades para ese acuerdo se agotan, que el marco está definido y que el reloj corre en contra de todos. Pese a la flexibilidad de última hora mostrada por la UE en cuanto a los plazos, la reforma debe ser aprobada sin más demoras. El primer partido lo han ganado, pero no en todos se logra la victoria por goleada.

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