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Aquel día de diciembre

No podría entenderse la realidad sociopolítica de la Andalucía de 2017 sin la eclosión popular de 1977

Las cifras redondas incentivan el recuerdo de la efeméride. Creo que lo sucedido el día 4 de diciembre de 1977 en Andalucía fue algo de lo más significativo de cuantos sucesos y aconteceres tuvieron lugar en la Transición. Muchos nos hemos referido a ese día porque la gente salió a la calle y la tierra andaluza se llenó de banderas y se adornó con lemas alusivos a nuestra identidad, para hacer frente al propósito del Gobierno de España de diferenciar regiones en el proceso de construcción del Estado de las Autonomías. Sin embargo, hubo mucho más que eso. Ese día se quebró un acuerdo tácito entre los poderes del Estado para dividir España entre nacionalidades -mal apellidadas históricas- y todo lo demás. No se evitó la posibilidad de que la desigualdad entre territorios fuera más allá de lo razonable, pero se avanzó en una descentralización administrativa y en una organización política que pondría en valor el poder cercano.

Por añadidura, ese día se sentaron las bases para la extinción del andalucismo político. El PSOE andaluz y, sobre todo, los andaluces de la oligarquía socialdemócrata, consiguieron, tal vez sin proponérselo, hacer suyos los activos andalucistas apoderándose de sus símbolos y consignas. Empezaría entonces la inoculación en el sistema circulatorio andaluz, del virus de la socialdemocracia, que reinaría (por ahora) para siempre y en todos los lugares en los que todavía no se sentía algo más que el pensamiento único. La televisión regional bajo control y, sobre todo, la apuesta decidida del grupo PRISA (la SER, El País) por el Partido que pronto alcanzaría el poder absoluto en el Estado, diseñaron una nueva burguesía de descamisados, en el decir de Alfonso Guerra, que adoptaron el territorio como si se tratara de una cancha desde la que catapultarse en la Historia.

No podría entenderse la realidad sociopolítica de la Andalucía de 2017 y no pocos aspectos del discurrir del PSOE en estos años, sin extraer las consecuencias derivadas de la eclosión popular de 1977. No le faltó de nada a la puesta en escena; ni siquiera, por más que sea de lamentarlo, la víctima evitable, García Caparrós, y el sacrificio político personalizado, Manuel Clavero. Andalucía se dispuso a ser otra, y España, en su conjunto, también. Y qué duda cabe que las luces son más que las sombras. Aunque éstas, en algunos casos, sean tan oscuras como las nubes arrebujadas de una tormenta de levante.

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