Cosas que pasan

Ricardo Castillejo / Rcastillejo@grupojoly.com

Con el corazón 'partío'

EL nivel de actos de homenajes y reconocimientos está alcanzando tal punto que, los responsables que los organicen, debían ponerse de acuerdo para evitar que se dieran tantas coincidencias de días y horas. Sobre todo porque, por lo menos a uno -que es más cumplido que la jaca de Peralta-, le meten en serios apuros cuando se dan coincidencias como éstas sobre las que les relato a continuación.

Me lo anunciaba el viernes pasado su hermano y, por fin, esta noche tendrá lugar la actuación de Pastora Soler -cuya relación con su guapo novio parece cada vez más consolidada- en el patio de la Diputación de Sevilla donde la cantante, una de las voces más potentes de España, presentará las canciones de su disco "Toda mi verdad". A grandes males, grandes remedios y, como en la capital hispalense cada vez es más complicado acceder a uno de los teatros públicos, soluciones de este tipo resultan perfectas para que nuestras figuras encuentren nuevas salidas con las que poder trabajar.

Al fin y al cabo, ésa, y no el dinero ni ninguna otra cuestión material, es la razón principal que justifica la entrega en cuerpo y alma realizada por los artistas hacia su profesión: poder subirse a un escenario. Y si no, pregúntenle a Cristina Hoyos cuántos disgustos, cuántos sacrificios, cuántos viajes de ida y vuelta le ha costado labrarse el nombre y la trayectoria por la que, en la actualidad, recibe constantes honores como el que, también hoy mismo, se le hará entrega en el festival flamenco "La yerbabuena".

Convocado en la localidad sevillana de Las Cabezas de San Juan, dicho evento -que continuará mañana sábado contando con la presencia, entre otros, de Miguel Poveda-, cumplirá en su próxima edición cuatro décadas de vida y, de sus muchos distinguidos, podríamos destacar nombres del nivel de Concha Piquer, Curro Romero o Rocío Jurado. Llega el momento crucial. ¿Pastora? ¿Cristina? Ambas me tienen el corazón "partío" aunque, como en todos sitios no se puede estar, habrá que votar. Es el sino final de cualquier democracia.

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