Aquella tarde en casa de mi amigo Luis, escuchamos algo inaudito. Me encantaba aquel hogar de familia numerosa, los padres, diez hermanos y una señora mayor que también vivía allí y cuya misión era hacer tortillas de patatas casi todo el día. De hecho en casa de Luis se podía comer tortilla a cualquier hora, un auténtico paraíso para un devoto de ese maná, como yo. Además amaban la música. La abuela materna había sido la maestra de José Cubiles, el célebre pianista, y su madre truncó un claro porvenir también como figura de ese instrumento, por los repetidos embarazos. Nunca le pesó. Luis, Juandi y yo éramos fans de los Beatles y tratábamos torpemente de extraer los acordes para guitarra de sus canciones, cada vez que salía un nuevo disco. Allí estábamos, con el octavo disco de la banda de Liverpool recién comprado, sentados en las literas del cuarto de Luis, guitarra en ristre, cuando empezó a girar en el tocadiscos Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band.

Nos quedamos perplejos ante aquel aluvión de música inesperada. Lo mismo aparecía la psicodelia que la música hindú, acordes circenses, rutilantes torbellinos sonoros y arreglos orquestales de maravillosa factura. Pese a que el disco, por primera vez, contenía las letras, lo que parecía facilitarnos las cosas, dejamos las guitarras y lo pusimos una vez y otra, hasta que ya avanzada la noche nos rendimos. Cómo imitar a McCartney al teclado de un piano de cola en A Day in the Life, y un órgano Lowrey en Lucy in the Sky with Diamonds, o a Georges Martin tocando un pianet (una clase de piano electromecánico) en Getting Better, un clavecín en Fixing a Hole y un armonio en Being for the Benefit of Mr. Kite!. En esta última canción, Lennon también hace lo suyo con un órgano Hammond. El disco cierra con un ruido de alta frecuencia, agregado por John, para molestar a los perros.

Nuestros Beatles habían cambiado. Ya no llevaban el peinado de reglamento. No eran uniformes ni en su vestimenta, ni en su estilo de vida individual. Absorbían como esponjas las influencias musicales de otros grupos, de hecho el disco está inspirado en el estilo del LP de los Beach Boys, Pet Sounds. Hasta en la presentación del disco a los medios, lo que más se escuchó fue Con su blanca palidez de Procol Harum que acababa de salir. The Beatles ya eran musicalmente adultos y nosotros empezábamos a serlo, con ellos.

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