Al ministro Catalá le están cayendo chuzos de punta pero, paradójicamente, las dos personalidades, casi únicas, que han apoyado sus comentarios sobre el juez Ricardo González han sido la portavoz parlamentaria del PSOE Margarita Robles y el secretario de Organización del PSOE José Luis Ábalos. El juez González es el que presentó un voto particular a la sentencia del tribunal que juzgó a los miembros de La Manada, sentencia muy polémica porque no vio violación sino abuso sexual, y en la que González ni siquiera vio ese abuso, aunque lo que provocó la indignación generalizada fue el lenguaje de su voto particular, en el que exculpa a los cinco abusadores porque, dice, lo sucedido se produjo en un clima de "jolgorio" que incluía a la agredida.

La posición del ministro fue, cuando menos, imprudente. Se quejaba de que el Consejo General del Poder Judicial no hubiera tomado medidas hace tiempo ante un juez con "problemas singulares", palabras que sin duda suponían una intromisión del Ejecutivo en el órgano que debe garantizar el buen funcionamiento de la Justicia y debería actuar ante los jueces sobre los que existen pruebas de un comportamiento irregular o inapropiado. Sin embargo, aunque es difícil defender la posición de Catalá, hay que reconocer que se ha defendido con argumentos convincentes: un ministro de Justicia, dice, no puede interferir en las cuestiones relacionadas con la administración de la Justicia. Pero, añade, un ministro de Justicia no puede ser "ciego ni sordo" ante la actitud de un juez que ha provocado una fuerte alarma social y que además ya había recibido alguna sanción previa sin que el CGPJ actuara en consecuencia.

Catalá ha pedido a una comisión de profesionales que trabaje en la redacción de una reforma del Código Penal para que se se impida que la interpretación benévola de una ley permita que lo que todo el mundo considera una violación sea considerada abusos. Está bien que haya reaccionado con tanta urgencia, aunque es dudoso que haya prestado un buen servicio al gobierno con su comentario sobre la inacción del CGPJ ante un juez polémico.

Sus palabras han provocado una reacción corporativista, lo que es habitual cada vez que se produce una situación controvertida y una personalidad política o no política critica a un profesional concreto. Y ha provocado Catalá, también, una crítica masiva a un gobierno sobrado de críticas y que no vive ni de lejos su mejor momento. Esta periodista no tiene nada claro que Catalá haya acertado con su comentario, pero tampoco que haya cometido un grave error. Sobre todo después de escuchar a Margarita Robles, portavoz de la oposición y juez de larga trayectoria: "Cuando Catalá dice lo que dice estoy segura de que lo dice porque sabe lo que dice".

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